lunes, 4 de septiembre de 2023

extraña soledad 4

 Mis días viviendo con mi tia pasaban dentro de una nube de olores, arrumacos, regalos y un cansancio exquisito… aun recuerdo tantas cosas… aún recuerdo…


 

Estaba llegando del colegio, en ese tiempo iba en el horario de mañana. Por lo general, mi tía o mi abuela me despertaban, luego me vestía y bajaba a tomar desayuno en el comedor, desayunábamos todos juntos. Mis abuelos conversaban acerca de las cosas que tenían que hacer durante el día, mi tía me preguntaba si llevaba todo lo necesario para el colegio y cosas así. La rutina era la misma que la de cualquier escolar, clases aburridas, recreos entretenidos y sueños lúcidos de mi tía… sueños que a veces no me permitían concentrarme en lo más mínimo.


 

a la salida, por lo general, no conversaba mucho. prefería volver rápido a casa, aunque a veces jugaba con algunos amigos al football o iba a las máquinas de juegos… aunque en realidad esas cosas no las hacía con mucha frecuencia.


 

Recuerdo que un día de semana, al llegar, la casa estaba cerrada, llamé a la puerta pero nadie salía. Aunque yo era pequeño, siempre me dejaban las llaves con una vecina, para casos como este. fui donde la señora, le conté mi dilema y me dijo «que raro, solo vi salir a tus abuelos, pensé que tu tía estaba en la casa»… típica vieja sin vida que se dedicaba a espiar a sus vecinos… poco me importaba, porque yo solo quería sacarme el uniforme y comer un poco, además que por lo general me daban mucha tarea y mis abuelos eran especialmente estrictos con esos temas.


 

Al entrar, la casa estaba silenciosa… Había un poco de humo y un olor raro en el ambiente, dije un pequeño «alo» para ver si venía alguien, pero no recibí respuesta. deje la mochila en el sillón y asumí que no había nadie, asi que fui a la cocina y cuando llegue, mi tia estaba entrando pero por la puerta que daba al patio. No venía sola, venía con ella una amiga con la que a veces se juntaba, ambas venían riendo y tenían los ojos muy rojos. Al verme se sorprendió y una sonrisa gigante se dibujó en su cara, me abrazo fuerte y me beso y me dijo:


 

– Chiquitito, pensaba que te ibas a demorar más


– Salí a la misma hora – le dije


– ok, tienes hambre?, con mi amiga vamos a comer


– si, mucha – le respondí


 

Empezaron a cocinar unos fideos, yo me cambié la ropa, me puse a ver tele, ellas reían mientras cocinaban y cuando estuvo listo, nos sentamos y almorzamos. Luego de eso, fueron de nuevo al patio a fumar un par de cigarrillos y luego su amiga se fue. Yo aun seguía en la sala, mirando tele, cuando se fue su amiga, cerró con llave la puerta de entrada y se sentó a mi lado…


 

– te extrañaba – dijo con voz cálida


– solo fui al colegio – le dije riendo


– si se, pero quiero tenerte para mi siempre –


 

Frases como esa, la forma en que las decía, me hacían estremecer la piel…


 

Comenzó a acariciarme el pelo mientras me miraba a los ojos, me daba la impresión que pensaba en algo o que estaba perdida en algún discurso interno, sus dedos dibujaban los contornos de mi cara, pasaban por mi nariz, mis ojos, mis labios… cada centímetro por el que pasaban sus morenos y finos dedos, dejaba una marca cálida en mi mente, una marca que aun no se donde esta, pero se que esta ahi…


 

De repente, su boca esbozó una sonrisa picarona, sus manos rápidamente se fueron por debajo de mis brazos y comenzó a hacerme cosquillas, las risotadas de ambos llenaron la sala. Cuando el impulso se detuvo, suspiramos y nos miramos a los ojos, ella me dijo «quiere lechecita mi bebe?», yo asenti con la cabeza y una de sus manos suavemente se deslizó por debajo de su polera y dejó al descubierto uno de sus pechos caoba… redondos, suaves, con una gran aureola y un pezón grueso. Con su otra mano me tomó de la nuca y la acercó a su cuerpo… sentía como lentamente mis labios iban abrazando cada pequeño pliegue de ese pezón que palpitaba con calentura. Lo chupaba completo, tratando de cubrir todo ese pezón enorme con mis labios y en cada succión lo dejaba un poco libre, para volver a acariciarlo por completo una y otra vez… tal como ella quería… como si estuviera tomando leche.


 

escuchaba sus gemidos sin vergüenza resonar en la sala, estábamos solos, éramos libres. ella me alejó de su pecho un momento y se empezó a acomodar, ya no de lado, si no que estirada en el sillón por completo, me pidió que me sacara la ropa y yo obviamente lo hice, ella solo se saco el pantalon y se estiró dejando su torso en el sillón y sus piernas completamente abiertas y los pies apoyados en una pequeña mesita que estaba en la sala con las rodillas un poco dobladas, mi cuerpo pequeño y sin vello alguno, estaba pegado a su teta redonda, chupandola sin detenerse y mi pequeña verguita se iba inflando a cada succión de sus pechos. Su mano me apretaba contra su teta y su otra mano se apretaba con fuerza la vagina mientras siseaba entre dientes, se apretaba y se sostenía los labios de la vagina, se mordía los labios mientras sus tetas se inflaban más y más de calentura y podía sentir eso de ella… esa fuerza, esa calentura, sentía como la cabecita de mi verga se hinchaba más, como mi boca trataba de chuparle más fuerte, no me importaba si le hacía daño o no… su pasión me volvía loco…


 

De repente se detuvo, me alejo de su cuerpo suavemente, mientras mi boca tenía esa sensación de querer seguir chupando. Se puso frente a mí, me tomó el mentón con su mano y me dió un beso largo en la boca, su lengua acariciaba mis labios, mis dientes y se frotaba con la mía, yo no era un experto, para nada, solo me dejaba llevar por sus movimientos.. me daba pequeños mordiscos en los labios, despacio y muy suave, cuando yo movía la lengua lo suficiente, ella me la chupaba, todo lo que podía… no sé cuánto tiempo duró ese beso… nunca sabía en realidad si con ella pasaban segundos u horas. Era como un hechizo escrito en la carne, recitado en rincones oscuros de algo que no debía de ser….


 

Se alejo de mí, me limpio la boca, se estiró y veía su cuerpo moreno… sus caderas grandes, su vagina con un poco de vello, si cabello negro acariciando sus hombros. Separó un poco las piernas, mordió sus labios y con ambas manos se abrió los labios de su concha rosada, mostrándome su clítoris hinchado y brillante de jugos.


 

-¿Te gusta mi amor? ¿Te gusta?

 


Yo solo asentía con la cabeza, con una pequeña sonrisa inocente. Abrió un poco más sus piernas y se metió un par de dedos, al introducirlos soltó un gemido, se los metió y se los sacó varias veces, yo la miraba a los ojos y veía como estos languidecían con esa paja rica que se estaba dando a centímetros de mi cara. Se sacó los dedos y estaban brillantes y pegajosos, los acerco a mis labios y me ensucio la boca con sus jugos tibios, luego los introdujo suavemente en mi boca. Nuevamente me preguntó si me gustaba, yo le dije «está un poco saladito», ella se rió y yo le seguí con mi risa. «Estírate en el sillón» me dijo… yo nunca le contradecía, en nada, absolutamente en nada, si esa mujer me hubiese pedido en ese momento que me tirará de un puente, lo hubiese hecho… un hechizo, eso era y  no se puede llamar de otra manera.


 

Una vez estirado, me beso la cara, el pecho, las tetillas, el estómago y cuando llegó a mi verga, le dió muchos besitos, desde la base a la punta, me pidió que abriera un poco las piernas, al hacerlo una de sus manos me sujeto las bolitas, las sostenía y las acariciaba al mismo tiempo. Suavemente sus labios rodearon la cabeza de mi verga, solo sus labios apretaban mientras yo cerraba mis ojos sintiendo esa descarga que salía de mis caderas y me recorría el cuerpo entero, doblaba los dedos de mis pies, apretaba un poco mis manos, y mi respiración se agitaba. Sus labios subían y bajaban por mi verga, mojandola  con su saliva y combinándose con los exiguos líquidos que mis testículos podrían producir. Su lengua se iba acomodando a mi forma, envolvía mi verga, pasaba por los bordes de la cabeza, al pasar por la punta trataba de abrir el agujerito de mi verga… yo sentía que se iba a reventar, pero no quería que parará.. nunca


 

Estuvimos un rato así… perdidos en el tiempo, perdidos de mis abuelos y sus reglas, en otro mundo, nuestro mundo…


 

Paro de chuparmela, nuevamente me beso los labios. Al terminar me miró a los ojos mientras me acariciaba el pelo, «te quiero tanto, tanto… no lo puedo controlar, te quiero para mi, siempre» yo no sabía que responderle, solo la miraba y también le acariciaba su pelo. Saco uno de los cojines del sillón, mientras se estiraba en la alfombra, levantó las caderas y se acomodo el cojín debajo de su culo. Una vez acomodada me dijo «venga mi amor, venga» yo me acerque sin decir nada, me tomo las manos para que me estirará encima de ella, ella levantó aún más las piernas, dejando más expuesta su concha que ya estaba mojada por completo. Me tomo de las caderas y fue dirigiendo mi cuerpo hacia ella, cuando mi verga comenzó a rozar su concha, ella me la tomó y la acomodo justo al medio de su vagina, yo por instinto empuje mis caderas hacía adelante… estar dentro de ella, aunque mi verga no fuera muy grande, pero sentir que entraba en esas carnes mojadas, que se mojaba más mientras yo estaba ahí… eso era el cielo… ella me movía a su ritmo, como su juguete vivo, que entraba y salía por su concha, que ella apretaba todo lo que podía para que los roces fueran más ardientes, más fuertes, más mojados… una y otra vez, sin parar. Mi rostro no alcanzaba el de ella, mis manos solo podían apoyarse en sus tetas, que las trataba de apretar fuerte… le encantaba que yo hiciera eso, que le apretara las tetas y los pezones, mientras más fuerte lo hacía, más gemía, nunca me pidió que no usará fuerza, todo lo contrario, me pedía que apretara más. Sus manos no me soltaban las caderas, ella se movía y su concha me apretaba la cabeza de mi verguita, a veces, me empujaba hacia adentro todo lo que podía y una vez adentro, movía el culo y mi verga se movía en su baile, mientras mi pequeñas bolitas le rozaba los labios de la concha y nuestros muslos estaban pegados por una fuerza que no puedo explicar… gemia más fuerte, más rápido, sentía que su concha trataba de frotarse a mi cuerpo como pudiese hacerlo, me apretaba tanto a sí misma que a veces me dolía el cuerpo, pero yo en represalia le apretaba más las tetas y esto más le calentaba, y más se movía, hasta el punto que los jugos de su concha hacían sonidos mientras salían y mojaban nuestras pieles, sentía como esos líquidos calientes bajaban por mis bolitas, y buscaban camino entre mis muslos… más fuerte, más rápido, sus gemidos ya salían sin control, entre frases más y más ardientes «cosita, culeame rico, más fuerte», gemidos que resonaban en los muros, que a veces eran delicados otras veces aguerridos y con furia y mi respiración se agitaba más, no podía pensar nada, no quería pensar en nada más… los líquidos de su concha salían casi sin control, mientras ella gemía casi hasta el punto de gritar y de repente… silencio… Un pequeño momento de muerte… seguido de un largo «aaah» que salía como bocanada ardiente de su boca, mientras su cuerpo tenía espasmos que la hacían tiritar de pies a cabeza, nunca me soltaba, nunca y podía sentir en mi cuerpo sus tiritones locos y sin control mientras ella se dejaba llevar por ese efímero momento infinito que ninguno de los dos quería dejar ir… sus ojos, cansados, vidriosos, sólo expresaban alegría y satisfacción… y nos quedamos ahí un momento.


 

Me alejo suavemente de su cuerpo, yo me puse de pie y ella se sentó en suelo, cruzando sus rodillas, me acaricio y el beso los muslos, y nuevamente me empezó a chupar la verga, yo aún tenía la huella del movimiento y yo mismo entraba y salía de su boca. Me tomo la verguita con los dedos y me empezó a pajear bien rápido, tomando desde la base a la cabeza, apretandola un poco… su otra mano me sujetaba las caderas mientras me decía «dale bebé, déjalo salir, deja que salga bebé»… Rápido, rápido, muy rápido y mi pecho se apretaba, se inflaba, mi respiración dejaba escapar sutiles gemidos mientras algo enorme quería salir, algo que no sé dónde estaba, pero se que me llenaba por completo… más y más, sin descanso, mientras sus ojos se comían mi inocencia… mi cabeza tirita, mis rodillas flaquean, mi boca se abre con una angustia caliente y desesperada y siento un tirón en la verga… algo sale, un chorrito de líquido casi transparente que le ensucia la cara… mientras mi cuerpo se desvanece en su mirada…


 

En esa misma posición, me abrazo… así, tal cual estábamos, sentía su cara en mi vientre, mis manos en su pelo… así por un segundo, u horas, quién sabe.


 

En silencio se pone de pie, yo no sabía qué hacer, estaba en un sueño, ella ordenó un poco todo el desorden que habíamos dejado. Y así, desnudos los dos, me tomó de la mano y me llevó a tomar una ducha tibia con ella… solo nos pusimos bajo el chorro de agua tibia, abraze su vientre y ella me acarició el pelo… sin decir nada.

Patricia 2

 La noche aún estaba tibia, la fiesta había Sido entretenida, aunque nada especial a decir verdad. estabas regresando sola… pero con ganas… ningún estúpido estaba a la altura, o se emborracharon muy rápido, o ya estaban demasiado drogados cómo para hacer cualquier cosa… pero aún tenías hambre, te habías hechado un poco de coca en la conchita, esperando que pasara algo, esa sensación rica de tener la carne prendida por el polvo blanco te encantaba y más aún teniendo tu periodo… pero ningún idiota estuvo a la altura y aunque estabas un poco tocada, te guardaste las ganas. 


 

Te paraste en una esquina y llamaste un taxi… esa sensación en tu vagina no se iba, ya a esta te desesperaba «por qué mierda lo hice, ahora que hago?», Te repetías esa frase constantemente mientras subías al automóvil. 


 

Las luces del interior estaban encendidas, el conductor era un tipo de más o menos unos 50 años, de piel un poco arrugada y rasgos toscos, sus manos eran grandes y se notaba que eran de un trabajador, toscas, secas, sin ningún cuidado. Te fijabas en esos detalles mientras en tu nariz sentías ese leve «olor a viejo» que a veces tienen esas personas y le dabas las indicaciones de tu viaje.


 

El tipo no tenía música en el vehículo, por lo que el viaje estaba tranquilo, las luminarias pasaban por tu ventana, mientras tú mirada estaba perdida entre calle y calle. Pero esa sensación de la carne prendida en tu concha no te dejaba pensar en nada, te palpitaba el químico blanco que de a poco se mezclaba en tus labios con gotitas de orina y la sangre de tu menstruación que ensuciaba la toallita. Apretabas tus piernas para que la mezcla caliente y húmeda solo te excitaría más. Y de repente tu cuerpo, sin previo aviso, empezó a reaccionar por sí solo… uno de tus deditos se posó disimuladamente sobre tu pecho, sentías el pezón hinchado y palpitante, y tu dedito suavemente empezó a juguetear y a apretar ese botón de carne… el piercing que lo atravesaba solo te estimulaba más, esa sensación del roce frío del metal contra la piel caliente y perforada de tu pezón, te volvía loca y sentías como la toalla se mojaba más.


 

El viejo no tardó en darse cuenta que te estabas acariciando tu teta rica y grande, sus miradas se cruzaron en el espejo retrovisor… entre las arrugas de su piel, podías notar el brillo en sus ojos… el brillo de unos ojos sucios y pervertidos… no te miraba como a una mujer, te miraba como a una niña, como a una presa indefensa y eso te calentaba, no eran los ojos de un viejo caliente, eran los ojos de un criminal planeando un delito… «a cuántas habrá morado así? ¿Habrá violado a alguna? ¿Tendrá hijas que haya manoseado?» Esas preguntas daban vueltas por tu cabeza mientras las miradas de ambos no se abandonaban, y tu dedo apretaba más fuerte tu pezón, retorciendolo entre el piercing y la piel, tu respiración ya estaba demasiado agitada, era notorio que estabas excitada y la toallita ya estaba toda empapada de tus jugos y tú calzón ya estaba mojado, humedeciendo la piel de tus muslos. 



El viejo tosió un poco, el sonido del carraspeo de su garganta corto de sorpresa la conexión de sus miradas.


 

-Señorita, ¿se siente bien? – preguntó el viejo, tratando de borrar lo que acababa de ver.


-si – respondiste lentamente 


-¿de verdad? Aún falta mucho para que lleguemos.


-No se preocupe, siga conduciendo.


 

Una sonrisa se esbozo en tu rostro, de a poco el alcohol y la coca estaban dando efectos, tu concha palpitaba y en cada palpitar podías sentir un cómo se escapaban chorritos de orina y sangre caliente, que se escurría entre tus muslos y suavemente llegaban a la entrada de tu culo, mojándolo también. De a poco comenzaste a mover tus caderas y los jugos ardientes hicieron que el frote de las carnes fuera más rico.


 

El hombre volvió a mirar por el espejo. Está vez, al cruzarse nuevamente sus miradas, notaste que sus ojos estaban más brillantes, encendidos, casi decididos… no aguantaste…


 

Suavemente bajaste la polera y le mostraste tu pecho, hinchado de calentura, mientras tirabas tu pezón con fuerza, tanto que te dolía y ese dolor te calentaba más. El viejo de mierda abrió los ojos y tragó saliva, trataba de no babear y contenerse, parecía perro en celo el muy desgraciado. Tú calzón estaba empapado a decir basta, sentías como la falda ya estaba mojada de tu meado sangriento e indecente, y eso te tenía hirviendo… Imagínaste esas manchas hediondas y rojas en la ropa, en tu piel, en los asientos del vehículo y mientras apretujabas tu pezón antes los ojos del viejo, tu trasero se sentía cada vez más húmedo.


 

Abriste las piernas… tus muslos y tú ropa interior estaban manchados de de sangre y orina, con tu otra mano, te apretaste la concha muy fuerte, soltando un gemido y al hacerlo, estrujaste el calzon, que bañó tu mano con la mezcla exquisita y caliente… el viejo abrió la boca y estaba hipnotizado por ti… esa misma mano te la pasaste por la teta, que ensuciaste con tu sangre caliente, ahora le mostraste la otra y mientras te la pellizcabas con fuerza, volvías a apretarte la concha para de nuevo empaparla y manchar ahora le teta limpia y hermosa que le estabas mostrando al viejo… un hilo de saliva salió por las comisuras de la boca del viejo, estaba babeando por ti, tu pecho está muy agitado, tu respiración y tus gemidos se vuelven uno. Volviste a poner tu mano en tu concha, ya no te importaba nada, sabías por la mirada del viejo que el vehículo era tuyo, que podías hacer cualquier cosa que quisieras y está vez, abriste las piernas ocupando todo el asiento trasero, y pusiste tu mano abierta sobre la concha, cubriéndola y apretandola e intencionalmente, dejaste escapar un poco de meado en tu mano y al hacerlo soltaste un gemido exquisito. Miraste al viejo y con la mano llena de sangre y orina, empezaste a ensuciarte la cara, las mejillas, la frente, los labios. Notaste que el viejo se movió un poco y se movía. Era seguro que se estaba tocando la verga… una verga vieja y arrugada, hasta sucia y hedionda, que se hinchaba de moco caliente y sangre al verte jugar con tus pasiones más animales y bellas…


 

Tu cara esbozo una sonrisa mucho más notoria… cerraste las piernas y te sacaste el calzon, por los movimientos del viejo, de seguro se estaba pajeando, una vez con el calzon en la mano, te lo pasaste por las tetas y la sangre y la orina se escurrieron por tu piel, manchando tu polera, notaste que el viejo se pajeaba más rápido. Te encantaba la idea de que ese maldito viejo estaba escupiendo moco por su vieja verga y que iba a hacer todo lo que tu le dijeras. Ese mismo calzon lo pasaste por el asiento y la ventana y dejo una marca roja en ambos… todo el automóvil estaba impregnado con el olor de tu sangre y tú concha… era tuyo.


 

El viejo no aguanto más y movió la palanca del asiento del copiloto, para poder pasar, mientras hacía esto, tu dejaste el calzon a un lado, volviste a abrir las piernas ocupando todo el asiento trasero y mientras el viejo trataba de moverse, tu metiste uno de tus dedos en tu culo, lo metiste lo más adentro que pudiste, tanto que te dolió, pero ese dolor solo te calentaba más «me deseas perro? Entonces te voy a humillar, harás todo lo que yo diga, viejo de mierda» pensaste, mientras te pajeabas el culo y cada vez que te metías los dedos, salían chorritos de orina y sangre de tu concha. El viejo estaba casi sentado en el asiento del copiloto, que estaba completamente inclinado hacia adelante, una vez que el viejo se pudo acomodar, bajo el asiento del conductor. Era un espectáculo patético verlo esforzarse entremedio de un espacio tan pequeño y le mirabas la verga, una verga ancha y gorda, que babeaba moco blanco que colgaba de la punta. Cuando el viejo acomodo el otro asiento, te sacaste el dedo el culo y lo miraste a los ojos.


 

-chupa, así se siente mi culo, chupa el dedo y déjalo limpio… me quieres? ¿Te caliento? Entonces haz lo que yo digo.


 

El viejo sin pensarlo un solo momento, tomó tu mano y metió todo tu dedo en su boca, lo saboreo, lo chupo como si fuera una verga y lo limpio con su lengua… esa obediencia ciega y animal te volvía loca.


 

-podría ser tu hija – dijiste.- te gustan de mi edad?


-si – dijo el bastardo jadeando 


-sacate los pantalones


El viejo obedeció sin decir palabra alguna. Se sacó los pantalones y los dejó a un lado. Sus bolas grandes, negras y arrugadas bailaban al compás de sus movimientos toscos  y arritmicos mientras se pajeaba.


 

-quédate ahí, así, no te acerques.



-si – decía el viejo mientras se pajeaba y la baba le corría por la boca y el moco caliente de su verga le mojaba los dedos toscos.


 

Te empezaste a pajear mirándolo, esa imagen del viejo babeando como perro callejero y hambriento, mal vestido, hediondo a verga y sudor, perdiendo el control de su cuerpo por ti, te encantaba, esa sensación de poder y control, de locura sin control que ejercias en ese hombre… no habían palabras para describirlo…


 

Apretaste el culo, cerrando el agujerito de este, para hacer fuerza, pusiste las piernas tensas y dejaste que saliera mientras te apretabas el clítoris… un chorro rojo y hediondo a hembra empezó a teñir la polera, la verga y las bolas del viejo, el chorro al chocar con su cuerpo, hacía saltar gotas que mojaban todo el interior del vehículo. Mientras tu rostro tenía una expresión combinada de placer y agresividad, mientras meabas al viejo y te tocabas el clítoris. El viejo siguió pajeandose, gimiendo al sentir el calor carmesí de tu cuerpo y ensuciarlo, antes de terminar de mear, pusiste tu mano y te la empapaste, y empezaste a ensuciarte todo tu cuerpo, tu cara, tu pecho, tus piernas… todo tu cuerpo tenía las huellas rojas y húmedas de tus dedos, parecía que ambos estaban sumergidos en tus líquidos ricos de mujer desenfrenada.


 

-no p-p-pares – dijo el viejo tiritando y manoseandose la verga, mientras se acercaba a tu concha.


 

Su acción te calentó y más ganas te dieron de seguir meandolo… pero lo que hizo… lo que hizo te volvió loca.


 

Sin dejar de pajearse, acercó su cara a tu concha, mientras el chorro de orina y sangre le mojaba toda la cara y abrió su boca, para tragarse tu meado, que se le escurría en las mejillas, la lengua y los labios. Tu más fuerza hiciste y le tomaste el pelo con fuerza y lo empujaste hacia ti y le movías la cabeza, el viejo bastardo se dejaba mover, mientras sentías como su piel arrugada y su cara si afeitar pasaba por tus muslos, los labios de tu vagina y los pelos de su barba te rasguñaban la piel. A ese punto ya gemias cómo loca sin control, mientras sentías el sonido de los líquidos sucios y ardientes chocando.


 

-chupame el culo, límpiame con tu lengua – le dijiste con voz de autoridad.


 

El viejo tomó ambas de tus piernas, las separo más aún y las levantó, dejando expuesto tu ano, que estaba mojado y rojo por tus líquidos y sin dudar empezó a pasar su lengua, a meterla en tu agujero sucio, abrió tu ano con su lengua gorda y babosa, como si lo estuviera violando… tu vagina ya no se controlaba, la mezcla de fluidos salía ya sin cuidado, como un grifo roto que no sabías cómo detener y que mojaba el cabello y la espalda de ese viejo degenerado.


 

-te gustan las niñas? – preguntaste gimiendo


-mucho – dijo sin dejar de lamer tu agujero exquisito.


-muy niñas, muy pequeñas? – preguntaste jadeando de calentura.


-si – dijo y siguió chupando y lamiendo


 

«Cuántas habrá tocado?, ¿Cuántas habrá violado? ¿A cuántas acosa y espía este viejo de mierda?», Esas preguntas solo te calentaban más


 

-masturbame – le dijiste dándole una orden


 

El viejo se volvió a incorporar, no hizo exactamente lo que le pediste de inmediato, porque se empezó a pajear de nuevo. Aún así lo miraste, el viejo estaba perdido en su excitación. Así que te acercaste a la cabeza de su verga, y se la escupiste, el se quedó mirandote


 

-te quieres pajear? Entonces hazlo así


 

Y volviste a escupirle la verga, el viejo con su mano esparció tu saliva en la cabeza gorda y roja de pene, lo escupiste de nuevo, con desprecio y mientras más lo escupias, más el viejo esparcía su saliva en su tosca verga. 


 

Te gustaba esa imagen, esa sansacion de que todo ese espacio era tuyo, lo marcaste, con tu olor, con tus jugos, igual que al pobre desgraciado que tenías pajeandose cómo loco por ti 


 

-masturbame te dije.


 

El viejo obedeció está vez, y sin ninguna delicadeza, hundió tres de sus dedos gordos y ásperos en tu concha, los metió hasta el fondo, hasta estirar los labios de tu vagina, te dolió, pero ese dolor solo produjo que tu concha botara más jugos. Y así te empezó a pajear, fuerte, brusco, tratando en cada embiste de abrirte hasta sangrar, tus caderas se movían al Vaivén de la mano del viejo y tus tetas rebotaban cada vez que las puntas ásperas y partidas de sus dedos llegaban hasta el fondo de las paredes rojas y humedas de tu concha. Gritaste cómo loca, y te meabas sin parar, mientras más gritabas el viejo más fuerte lo hacia y en tu mente aparecía lo que te imaginabas de el… un viejo sucio y violador, que trataba así a mujeres menores que tú, a niñas que quizás lloraban mientras esté animal les abría sus agujeritos tiernos con esa fuerza bruta y sin control… te calentaba tanto saber que quizás este viejo se las culeaba mientras estaban llorando, suplicándole que se detuviera…


 

Ya habías perdido la cuenta de cuántas veces habías llegado, el viejo sentía que tu cuerpo estaba un poco cansado, se notaba en tus ojos lánguidos y cargados de placer, que los orgasmos seguidos te estaban cansando. 


 

El viejo te tomó se detuvo un momento, y trato de ponerse de pie dentro del vehículo lo más que pudo, tú sabías lo que venía y estaba bien… 


 

Te tomo fuerte del pelo y te puso la verga sucia y hedionda en la cara, la paso por tus mejillas, por la frente y el semen pegajoso de su verga se pegaba a tu piel, cuando se alejo un poco, le escupiste la verga y le pasaste la lengua, abriste la boca y te la metiste entera a la boca, el viejo solo se limito a empujar, a empujar cada vez más fuerte, su bolas estaban pegadas a tu barbilla, las sentías, unas bolas negras, sudorosas y peludas, te golpeaban el mentón mientras el viejo te sujetaba el cuello para no sacar su verga de tus labios… apenas podías respirar… pero esa desesperación tan rica, solo hacia que te mearas más, el asiento ya tenía una pequeña poza donde tú culo y tus muslos chapoteaban en tus jugos. El viejo seguía y seguía culeandose tus labios, y empezaste a gemir desesperada, porque entro tan adentro que golpeó la entrada de tu garganta y te dió asco y querías vomitar. El viejo se dió cuenta y saco la verga de tu boca. Tu cara estaba roja por la falta de oxígeno y en una pequeña arcada, volviste a escupirle la verga al perro maldito que te estaba ahogando…


 

El viejo en silencio, te tomo como una muñeca de trapo y te volteo sobre el asiento, dejando tu vagina sucia de sangre expuesta, y sin aviso te enterró su verga gruesa y gorda en la concha. Tu gemiste de lo rico que se sentía, esa mezcla de sudor, saliva, sangre y orina, que bañaba ambos cuerpos, esa misma mezcla que tenía la verga de ese viejo anónimo que ahora estaba pegado a tus caderas, violandote, moviéndose como perro en celo, mordiendote los hombros mientras gemias desesperado y tu vagina solo reaccionaba orianado más y más, no podías parar de hacerlo y sentías como las gotas de moco caliente salían por el agujero de la verga sucia de ese viejo degenerado y se pegaban a tus carnes vaginales.


 

Más rápido, más gemidos, más líquido ensuciandolo todo… hasta perder la cuenta… hasta ese último temblor en el que sentiste como la verga del viejo tiritaba dentro de tuyo y botaba todo ese líquido caliente, tan rico… tan abundante, que parecía que el viejo se estuviera meando dentro de tu concha.


 

Y así estuvieron un rato, pegados el uno al otro… sin decir nada, el viejo se arreglo un poco y continuó el viaje, tu solo mirabas lánguida por el espejo, tirada en el asiento trasero del vehículo, a medio vestir, con la ropa y el cuerpo ensangrentados por tu menstruación… parecía más la escena de un crimen que una de amantes… pero aún así, tu cara tenía una sonrisa de satisfacción… tranquila… que brillaba en la luna solitaria que te había visto tantas veces perder el control.



Al llegar a tu casa, de tu cartera sacaste el dinero, le pagaste, el viejo se bajó y abrió el maletero del vehículo, sacó algo que no pudiste ver, abrió tu puerta y te ofreció lo que había sacado del maletero.


-es una chaqueta larga, usela para llegar a su casa, para que no la vean así.


-gracias – lo miraste a los ojos y le regalaste una amable sonrisa «no era tan bestia como pensé»

 

Y así, sin mirar atrás, ambos se alejaron. El en su taxi y tú, haciendo música lenta con tus tacos al caminar por la acera, bañada por la suave luz de plata de la luna, que iluminaba tu cara que aún estaba manchada de sangre, semen, saliva y orina… así… libre de todo prejuicio, de toda vergüenza… una estrella de pasión carnal y hermosa, vagando en la paz de la caótica noche que te ha dado mil placeres… y solo la luna rodeada en tinieblas conoce tu belleza sin freno, tu amor sin control ni dueño… solo la oscuridad sabe lo hermosa que realmente eres…

Patricia 1

 Nunca pensaste que tu amiga te dejaría sola, pero todo fue tan rápido, no hubo tiempo de reaccionar, la situación era grave, tu amiga con suerte te pudo explicar, solo te dejo claro que debía salir de inmediato y que alguien debía quedarse con la niña… y tú eras la única presente en el lugar…


-No te preocupes por nada, está con el tratamiento, así que va a dormir toda la noche


-Pero y si despierta, que le digo?


-No va a despertar, las pastillas son muy fuertes, incluso yo probe una y dormí toda la noche sin problemas


-Estás segura?


-Claro que estoy segura, saca lo que quieras para comer, ok?


-Ok


-Disculpa Paty, no es justo que te deje de niñera.


-No hay problema.


 

Una vez tu amiga salió y escuchaste el sonido del automóvil, te quedaste un rato en la sala  «realmente estará dormida?» Pensaste. Prendiste la tele un rato, fuiste de canal en canal, la misma porquería aburrida de siempre, nada nuevo.


 

«Y si voy a ver?»


 

Te levantaste del sillón y fuiste a su habitación, y ahí estaba ella, acostada con solo una tenue lámpara de noche encendida…chiquita, blanquita y delgada, hace poco había cumplido 7 años. Te acercaste a la cama con cuidado, estaba un poco destapada y solo tenía una polera delgada y sus calzoncitos. Una maliciosa corriente tibia te recorrió el cuerpo mientras la observabas dormir.


 

«Tardará mucho o poco en llegar?»


 

Por instinto, te acercaste un poco a su cuerpecito, olía tan bien. Le pasaste la mano por su cabellera, su carita, bajaste por su cuello hasta su pecho y te detuviste un momento. Tu vagina se puso a palpitar, de a poco empezaste a sentir que tus labios se humedecian.


 

«Solo un poco, nada más»


 

De a poco tus dedos fueron acercándose a uno de los pechitos de la niña que recién estaban creciendo. Con la punta de tus dedos recorriste esa polera que escondía la piel tersa de la pequeña, subiste por ese diminuto monte de carnecita blanca, hasta llegar a la punta, un botoncito de carne rosada que subía y bajaba al ritmo de la respiración de la infante y la punta de tu dedo índice lo rodeo suavemente un par de veces, hasta que se puso un poco durito. Tu concha ya se había humedecido por completo, sentías como los labios de tu vagina se rozaban por si solos solo por los jugos que esas pequeñas tocaciones te estaban provocando. La niña no reaccionaba en lo absoluto, al parecer lo que te había dicho tu amiga era cierto, las pastillas si eran fuertes. El trance en el que te habías sumergido se interrumpío súbitamente por el sonido de tu celular, que habías dejado en la sala.


 

«Justo ahora»


 

-Si?


-Paty, hola, mira es más grave de lo que pensé, esto va a tomar toda la noche. Perdóname amiga, no era la idea, pero no tengo a nadie más


-No te preocupes, está bien


-Puedes usar uno de mis pijamas que están en tercer cajón de mi habitación


-Ok


-Cómo esta la niña?


-Durmiendo, hace poco la fui a ver.


-Ves? Te dije, cuando le doy las pastillas no despierta, creeme la he movido de lugar y hasta la he lavado y ni siquiera intenta despertar, estarás tranquila toda la noche


-De acuerdo, ya entendí la idea.


-Bueno, cuidense y gracias de nuevo… te debo una.


-No me debes nada, ojalá todo salga bien.


 

«Esto no puede ser real…»


 

Fuiste a la cocina y sacaste una cerveza helada, te la bebiste casi sin pausa. El frío espumante te despertó un poco. Volviste a la habitación de la niña, aunque está vez, te quedaste en la puerta mirando su cama.


 

«Nunca más tendre una posibilidad así… me dijo que no despertaría… nunca mas va a pasar esto… es ahora o nunca»


 

Saliste al patio delantero, a revisar que todo estaba cerrado, te aseguraste que la puerta de entrada estuviera cerrada e incluso te aseguraste que la puerta del patio trasero también estuviera cerrada. Fuiste a la habitación de tu amiga y sacaste de entre sus cosas, las dos toallas más grandes que pusiste encontrar y volviste a la habitación de la niña.


 

«Ojalá que no despierte»


 

La poca luz de la lámpara de noche era suficiente, estiraste las toallas en el piso, por suerte eran muy gruesas y juntas hicieron un pequeño colchón. Te acercaste a la cama de la niña y te sentaste a su lado.


 

«Tengo que probar al menos»


 

-Oye, despierta – dijiste con el volumen normal de tu voz.


 

«Nada»


 

-Oye! Despierta! – subiste más el volumen y la niña no reaccionaba.


 

«Mmm… ok… aunque aún no estoy convencida»


 

Tomaste uno de sus brazitos, lo levantaste y cayó pesadamente en la cama, inerte.


 

«Bien, un poco más de riesgo…»


 

Le diste una bofetada despacio en la cara… nada. Luego otra más fuerte y la niña solo seguía respirando, no había más movimiento que ese y si no fuera por eso, parecería que está muerta.


 

«Ya basta de hacer pruebas»


 

Suavemente volviste a tocarla. Volviste a poner tus dedos sobre su tetita, está vez con mayor confianza. Apretaste despacito esa cosita suave un par de veces. Tu vagina casi de inmediato volvió a estar húmeda y muy caliente. Suavemente bajaste su mano hacia tu barriguita y comenzaste a subir su polera. Al momento de sentir esa piel suave y blanda, tu concha se mojo aún más, sabías que ahora tu ropa quizás estaba manchada por el interior por tus jugos. Tu Cuquita estaba demasiado excitada y palpitando mientras lentamente le subías la polera a la niña y llegabas nuevamente a su pechito… ahora la tenías para ti, toda la noche…


 

Al subir la polera por completo, la pudiste observar con más tranquilidad… tan tranquila, tan bella, sus tetitas eran como unas pequeñas almohaditas de piel suave y sus pezoncitos, unos pequeños circulitos rosados que estaban un poquito hinchados… no te aguantaste… te pusiste de pie y te bajaste los pantalones, pusiste tu mano en tu concha caliente y tal como sospechabas, estaba mojadisima, tanto la piel de los muslos cerca de la vagina también estaban húmedas. Abriste un poco las piernas y sin pensar mucho te empezaste a pajear desesperada frente al cuerpo durmiente de la pequeña. Su belleza inocente te tenía loca de calentura, tus dedos entraban y salían de tu concha, tratando de tocar todos los espacios de tu perverso y húmedo interior. No te preocupaste por los sonidos, simplemente gemias tal como lo sentías, ya estaba demostrado que la chica no despertaría. Acercaste la boca a una de sus tetitas, mientras tú culo llevaba el ritmo de tu paja inmoral y depravada, y empezaste a lamer su pezoncito rosado… tan tierno y suave… cada roze de tu lengua era un chorrito de fluido de tu vagina, que ya te tenía la mano mojada, pero no importaba, quieres más… quieres todo… apretaste con tus labios la tetita y empezaste a chuparla muy despacio, a lubricarla con tu saliva para que se deslizara en tu boca y saborear su piel con tu lengua, de a poco y por la estimulación, el pezón comenzó a hincharse, dejo de ser una parte de la piel para convertirse en una pequeña protuberancia rosada que entraba y salía por tu…


 

«Delicioso… delicioso»


 

Sentías como los jugos de tu vagina te mojaban los muslos, nunca te había salido tanto, nunca… nunca habías tenido tanta suerte.


 

Le terminaste de sacar la polera y ahora ibas por su entrepierna. Le besaste sus piernitas mientras se las separadas. la sensación de su piel suave en tu boca te mojaba más, prácticamente te estabas orinando mientras pasabas tu lengua por su muslos, dejándolos mojados por tu saliva, como una marca invisible en su piel, que siempre estaría en tu recuerdo… ella es tuya y tú fuiste su primera vez… 


 

En tu frenesí no controlabas tus suspiros, de hembra caliente, de perra en celo… de abusadora en las sombras… al llegar a su infante bulba, acariciaste con tu boca su pubis, sus labios, su anito pequeño y delicado.. la mezcla de su suave sudor y un leve olor a orina te calentó más todavía, tus dedos salían demasiado rápido y entraban muy profundo, el frotar frenetico y los jugos saliendo producían un chapoteo que de escuchaba en toda la habitación… pero la niña no despertaba…


 

Pásaste tu lengua por su rajita, saboreaste su sudor y los restos de su pipí de niña, como un manjar exquisito que te quemaba el alma. Con la mano que tenías libre, le tomaste su culito y lo levantaste un poco. No podías parar de masturbarte, pero aún así, la pudiste levantar y sostener lo suficiente, para poder meter tu lengua en el agujerito exquisito de su Cuquita, sentías los muros exteriores, los saboreabas mientras tú lengua violaba la vagina de esa niña y abrias esa concha infante ya sin cuidado alguno. Jadeabas cómo loca… 


 

Te pusiste de pie y trataste de calmarte, necesitabas más espacio. Tomaste a la desnuda pequeña y la llevaste al suelo, a las toallas que habías dejado, lo hiciste delicadamente, al acostarla primero apoyaste su cabecita y luego el resto de su cuerpo… 


 

«Nadie va a saber… nadie… está noche haré todo lo que quiera contigo»


 

Lo habías hecho antes con otros tipos… a veces con buenos resultados, otras veces no, pero está vez daba lo mismo, ella es tuya y solo la luna y las tinieblas son los testigos de tu verdadero ser… nadie nunca va a saber y eso, te calentaba al extremo.


 

Te arrodíllaste a su lado, tomaste una de sus manitos y empezaste a frotar tu clítoris torpe y bruscamente con su piel, el desorden de sensaciones te embriagaba, solo pensabas en sentir más, no importa como. Acomodaste tu cuerpo para meter su manito en tu concha, cada centímetro que su manito entraba en ti, era una explosión de ardor y líquidos que tú concha escupía con deseo y estuviste pajeandote con su manito hasta que sentiste que venía… lo sabías y venía con fuerza… te sacaste la mano de su conchita y te paraste encima de ella, con un pie a cada costado de su cuerpo… y lo dejaste salir… un chorro caliente de meado que caía en su virginal cuerpo, que chapoteaba en su piel, su barriguita, sus tetitas, su cuello, un largo y placentero «aahhhh» retumbó en los muros de la habitación. Cuando terminaste, sentías tu vagina palpitando, pero no era suficiente, querías más…


 

Bajaste hasta su cuerpo, a su pecho, abriste los labios de tu vagina, y te empezaste a frotar en su piel que estaba tibia por tu orina.


 

«Está es la locura más depravada y rica de mi vida»


 

Te movias y sentías como su piel te acariciaba los labios y se deslizaba con tu orina, te movías hacia adelante y atrás rápidamente mientras gemías sin vergüenza, y entre los rozes, la seguiste orinando, ya no había diferencia entre los fluidos y la orina, solo sabías que la mezcla era deliciosa y ayudaba a que los frotes produjeran más calor entre tu cuerpo y el de ella. Estabas perdiendo el control de tus movimientos, tú culo no paraba de moverse, cada gemido era un orgasmo y cada orgasmo un chorro que bañaba a la niña… aún cuando los roces ya te quemaban los labios vaginales, no se detenía, no podías… no querías… 


 

Ya no sabías cuántas veces te habías venido… habías perdido la cuenta y estabas jadeando y cansada, pero aún faltaba algo… querías volver a comerte esa Cuquita por última vez. Te pusiste de pie nuevamente y fuiste a su pelvis, levantaste de nuevo su culito y dejaste expuesta su vaginita a tu Merced, con tu lengua abriste los labios y volviste a meter tu lengua en su cuquita, y eso te volvió a calentar, solo te dejaste llevar… tus dedos nuevamente se metieron con el mismo frenesi y desesperación ansiosa de saber que en algún momento te podían atrapar violando a la niña, pero esos pensamientos, solo volvían a prender las brasas de tu fuego que no queria extinguirse. Mientras tú lengua penetraba a la niña, sentiste algo raro, un ligero movimiento en su Cuquita y sacaste la lengua, de repente salió un chorro de orina de vagina… tu instinto animal estaba al mando… acercaste tu cara y empezaste a frotarla en su conchita que estaba meando, su orina te mojaba todo, la nariz, los labios, el mentón, los ojos, la frente, no dejaste ningún lado de tu cara sin el baño calentito y rico de la bebe, mientras tus dedos te hacían llegar una vez más, está vez estimulados por la sensación tibia y acuosa de la orina de la niña… 


 

«Me devolvió el favor… jejeje»


 

Te tiraste al suelo mirando al techo, exhausta, al lado del cuerpo de tu exquisita e infante víctima que nunca va saber lo que le hiciste, ambas bañadas en los fluidos vaginales y orina de las dos… solas… acompañadas por un luna que todo lo ve pero nada revela y por las sombras que la lámpara de noche proyectaba en los muros y que ahora cómplices de tu crimen, delicioso crimen de pasión inmoral… delicioso amor del caos que solo tu acabas de vivir…


 

Le lavaste el cuerpo con unas toallitas húmedas, la volviste a vestir y acostar, de manera que todo pareciera normal. Tomaste las toallas y las metiste a la lavadora, secaste el piso de la habitación de la niña y fuiste a tomar una ducha. Cuando saliste, te volviste a asegurar que no había rastro de lo que había pasado y te fuiste a dormir. A la mañana siguiente apareció tu amiga, te agradeció lo que hiciste por ella y por su hija, se despidieron y volviste a tu vida normal.


 

Un par de días pasaron y sonó tu teléfono


 

-Paty? Hola amiga, te llamo porque quiero pedirte un favor, surgió un problema…


 

Una sonrisa maliciosa y pícara se esbozó en tu rostro…

Corazones negros 3

 El círculo se completa….

a la mañana siguiente, desperte solo en la cama, las ventanas estaban abiertas pero aun habia olor a sexo en la habitacion. me quede mirando al techo… aun no podia creer nada de lo que habia pasado estos meses… era un sueño que cada vez me atrapaba mas y mas e incluso a sabiendas que ella me mintio (da lo mismo lo que yo sienta, asi se llama lo que hizo), nunca me habian mentido tan rico y nunca pense que una mentira me gustaria.


paso un rato y escuche algunos pasos, la puerta se abrio y era ella, vestida con una bata de señora y la niña con un pijama. ella traia una bandeja servida con el desayuno, yo me sorprendi porque no estaba en mis planes algo asi, esas cosas ni siquiera se me pasaban por la cabeza… su rostro, su rostro un poco redondo y bello pero con cara de sueño, su cabello desordenado, su bata que dejaba ver parte de sus pechos gorditos mientras se movia… me tenia loco, aun asi estando en el momento en el que peor se puede ver una persona. la niña venia hablando con ella, muy animada aunque en realidad poco le podia entender, aun estaba aprendiendo a hablar, pero ella le respondia como si fueran dos amigas contando chismes.


– buenos dias mi amor – dijo con una sonrisa.

– hola hermosa – respondi con una sonrisa perezosa –  por que no me avisaste?

– no era necesario, romina desperto primero y aproveche de hacer el desayuno mientras preparaba su biberon.

– gracias, hace mucho tiempo que no tomo desayuno en la cama – nos miramos con la misma sonrisa perezosa en nuestros rostros.

– romina? no le vas a decir hola al papa? – dirigio su mirada a la niña, que me miraba como tratado de escudriñar lo que sea que su cabecita pudiera entender.


«wow… papa en menos de 12 horas, es un record, jajajaja» pense


– duenoz diaz – dijo la niña de manera lenta y respetuosa – papa?


me quede un momento en silencio… la pequeña es una copia exacta a su madre, igual de hermosa y pense «he sido un hijo de puta algunas veces en mi vida, pero, si le respondo que si y despues me voy, me convertiria en el «señor hijo de puta» con mayusculas… ojala todo vaya bien»


– si romina, soy tu papa – le dije con voz tierna y le acaricie su cabello.


mire a su madre a los ojos, esboze una sonrisa y movi ligeramente la cabeza asintiendo.


– juntos, ok? – dije en voz alta


los ojos de esa mujer se llenaron de lagrimas que alcanzo a contener y me devolvio la sonrisa.


– si… si mi amor.

– entonces a comer, porque tengo mucha hambre, venga bebe, sientese aqui al lado del papa – tome a la niña en brazos y la acomode a mi lado, mientras ella se sentaba en el borde de la cama con la bandeja.


nos acomodamos y empezamos a desayunar, mientras comiamos la niña miro a su mama y dijo.


– mama, tede


mire a su madre con cara de extrañeza, como tratando de que me tradujera lo que la niña habia dicho.


– tele? – pregunte.

– si, el control esta en la mesa de noche, puedes prenderla?


acerque la mano, tome el control remoto y prendi el televisor, busque caricaturas para que la niña viera.


– sabes? faltan algunas cosas para hacer almuerzo, podrias ir a comprar con la niña? y despues de almuerzo… – continuaba hablando mientras desayunabamos, «ya me esta organizando la vida… se veia venir, jajaja» pense.

– no hay problema, tomo una ducha y salimos con romina a comprar, quieres ir conmigo romina?

– zi… zi papa –


luego de tomar desayuno, fui al baño ducharme, al mismo tiempo ella vestia a la niña. antes de salir volvio a repetir lo que necesitaba y me paso un juego de llaves, ya que ella tambien se queria duchar y no queria que esperaramos fuera de la casa al volver. al salir le tome la mano a la niña y fuimos conversando (en realidad ella conversaba, yo trataba de entender lo que me decia) hasta llegar a un pequeño local que vendia alimentos. al salir del local, la niña se quedo mirando los helados «obvio, sera niña pero no es estupida, llego papa y papa consiente», pense.


– quieres helado romina?

– zi – dijo con un poco de verguenza

– de cual te gusta?

– eze – y apunto una foto de un helado lleno de colores, que me daba la impresion de ser una pesadilla para alguien diabetico.

– bueno – le dije con ternura


compre el helado y volvimos a casa. al entrar deje las bolsas en la mesa, ella estaba saliendo de la ducha, con la misma bata y el pelo mojado.


– te traigo una bata mi amor? aun estan las de mi papa, estan nuevas y limpias, yo me voy quedar asi, hace demasiada calor.

– en serio? no hay problema?

– no para nada, lleva a la niña a la habitacion, tambien quiero cambiarle la ropa, mientras busco lo tuyo.


la niña ya se habia comido el helado, asi que la tome y subimos los tres, pero ella fue a la habitacion de al lado (la de su mama) y yo entre con la niña a su habitacion, la deje encima de la cama y luego llego ella con una bata de hombre, un poco vieja pero en buen estado. por lo que habia pasado anoche, me senti en confianza y me desnude sin problemas, me puse la bata encima mientras ella dejaba a la niña con una polera y su pañal. la bata se sentia comoda y fresca, asi que bajamos nuevamente, la niña se quedo viendo television en la sala de estar y nosotros fuimos a la cocina.


empezamos, como anoche a organizar las cosas, mientras lo haciamos encontre la botella de vino que estaba casi llena aun.


– mira lo que encontre – le dije con voz juguetona

– que rico, aun queda?

– anoche casi no tomamos vino, te sirvo un poco?

– si


servi un par de vasos y comenzamos a cocinar mientras conversabamos. en el ajetreo a veces nos cruzabamos a proposito, yo le pasaba las caderas por su culito y ella solita lo empujaba hacia atras haciendo sonidos como «mmm» o similares. tambien se ponia «a buscar» cosas que no necesitaba cerca mio y «accidentalmente» me tocaba la verga, o se agachaba muy pegada a mi, frotando sus pezones contra la delgada tela de la bata en mi cuerpo. sus tetas se veian hermosas, tapadas por la tela y dejando ver sus pezones gruesos y duros y yo, daba vueltas por la cocina con la verga dura y erecta a medio tapar por la bata. asi pasamos un rato, entre roces y coqueteos sexuales descarados y vasos de vino que parecian no acabar.


– uuy… moje toda la bata con la salsa – dijo dandose vuelta para que yo la mirara.


habia una gran mancha de salsa de tomates en la bata, al estar un poco abierta parte de esta le habia manchado el estomago y el pubis… yo solo mordi mis labios mirandola a los ojos.


– me ensucie toda – dijo como si fuera una niña haciendo un pequeño berrinche – como me limpio aqui? – al decir esto inclino un poco sus rodillas, abrio la bata y poniendo ambas manos en su vagina, me mostro su clitoris, la salsa ya estaba llegando a su botoncito…

– yo te puedo limpiar – le dije picaronamente

– apurate, no quiero que mi conchita se ensucie


ya estabamos un poco tocados por el alcohol. asi que me arrodille frente a ella y empujo sus caderas mas hacia adelante y abrio aun mas los labios de su vagina. pase la lengua por la salsa que estaba en su barriguita (de verdad cocina exquisito, por cierto) y al ir bajando le di besitos en sus manos y sin aviso, acerque mis labios a su clitoris, que ella misma hacia sobresalir y lo aprete con mis labios, lo mas fuerte que puede, y toda la fuerza que la succion de mi boca producia la concentre en ese pequeño y delicado de su cuerpo. senti como un espasmo rapido le recorrio el cuerpo y sus manos pasaron de su concha a sujetarme la cabeza, yo por mi parte, le agarre su culo gordo y redondito y lo empujaba hacia mi, mientras yo chupaba lo mas fuerte que podia, incluso tirando un poco la carne, sin dejar de chupar.


– ay papito… asi… asi – dijo ella


yo no paraba de chupar, ella doblo sus rodillas un poco mas y comenzo a mover sus caderas y empujo con mas fuerza mi cara contra su concha, como culeandome la boca con su vagina que estaba ardiendo…


– aaahhh… sss… dale mas, mas – decia sin verguenza alguna, sus gemidos se sentian en toda la cocina.


acomode una de mis manos entremedio de sus piernas y pude sentir un hilo ancho de liquido caliente que caia por la parte interior de sus muslos, sin pensar, meti mi dedo medio en su concha y lo doble dentro de ella para tocar el muro superior (que daba hacia mi cara) de su zorrita de niña abusada y madre caliente, para


frotar ahi, presionando con un poco de fuerza y lo mas rapido que la posicion me permitiera.


– ay papa… – sus caderas ya no se controlaban, ya no me sostenia la cabeza, me tiraba el pelo para empujarme hacia ella – sigue, sigue papito – decia con su voz fogosa y temblorosa por los movimientos que ella misma no podia controlar.


por instinto, senti que ya iba a acabar, asi que me detuve me puse de pie y ella me miraba extrañada. me acerque para susurrarle al oido y mientras lo hacia, le aprete la concha con mi mano y la movi para que sus propios labios frotaran su clitoris. esto hizo que se encogiera un poco dando un largo y tibio «aahhhh» como respuesta.


– nos vamos a la sala… los tres.

– s-s-s-i papa, si


sin decir nada y ambos con las batas abiertas, nos fuimos a la sala, la niña estaba sentada en una colcha en el suelo, viendo la television y estaba tan concentrada viendo la tele que solo miro hacia atras para verificar que eramos nosotros y volvio la vista hacia el aparato.


antes de sentarnos, me saque la bata y ella hizo lo mismo, me sente en el sillon grande, justo atras de la niña y frente a la tele y me toque la rodilla parta indicarle que se sentara ahi. ella obedecio sin decir nada.


al tener nuestros cuerpos juntos, le empeze a dar pellizcos en sus pezones y nos empezamos besar. nuestras lenguas bailaban al compas de jadeos que queriamos que romina escucahara, le tiraba su pezon hinchado para provocarle un poco de dolor. entre besos, acerque mi boca a su oreja y comence a susurrar…


– terminemos lo que empezamos anoche… se que quieres…

– si… si quiero… pero vamos despacito.

– no le va a decir nada a tu mama?

– mi mama ya casi no escucha y la niña lo sabe, por eso a veces le hace señas y ademas si le digo que es un secreto, lo va a guardar


cuando termino de decir esto… la sensacion de complicidad que se iba tejiendo entre nuestros susurros, hizo que me excitara mas de lo que ya estaba, podia sentir que mi verga dejaba escapar gotas de semen cada vez que palpitaba.


– sentira lo mismo que tu…

– si y me calienta tanto, pero quiero que seas tu.


ella sintio mi verga crecer, nos acomodamos y ella se sento al lado mio, puso una de sus piernas por encima de mi muslo dejando sus carnes humedas expuestas y yo me acomode hacia atras, abriendo tambien un poco mis piernas para que mi verga se pudiera poner dura sin nada que lo detuviera. ella acerco su cabecita en mi hombro, para seguir manteniendo nuestra conversacion en desvergonzados susurros mientras su mano me agarraba la verga, que ya estaba mojada y un poco pegajosa por las pequeñas cantidades de semen que habian salido por nuestros juegos en la cocina, yo sin pensarlo, puse mi mano en su bulba, que aun latia y estaba mojadisima, mi dedo abrio un poco sus labios y empezo a acariciar su clitoris, a rodearlo despacio en algunos momentos, en otros a darle suaves golpecitos con la yema o simplemente frotar despacio la punta de su clitoris con la punta de mi dedo.


– siempre me decias que te gustaria chupar una conchita pequeña, te acuerdas? – dije susurrando.

– si – dijo suavemente con los ojos a punto de cerrarse

– es la conchita de ella la que querias chupar? – al decir esto, me apreto la cabeza de la verga y comenzo a frotar su pulgar por encima, presionandolo un poco, esto hizo que se me escapara un suspiro y apoyara mi cuello por completo en el sillon pero pude notar en su cara una sonrisa exquisitamente maliciosa.

– si, pero no me atrevia a decirte, menos a hacerlo – cuando dijo esto, yo acerque mi pulgar a su clitoris lo sujete entre mi indice y mi pulgar, lo tome de la base y comenze a apretarlo, subiendo y bajando los escasos milimetros que ese botoncito de carne me lo permitia, suavemente. ella se mordio los labios mientras nuestras miradas se encontraron por un instante… una chispa de corrupcion nacio de ese cruce de miradas… y ambos volvimos a poner los ojos sobre romina… ya no como hija, ya no como niña, ya no como algo sagrado que se debe cuidar, si no que como presa, una presa indefensa para saciar nuestras ansias ocultas… ansias de secreto, de complicidad, de violacion, de que ella tambien viviera al igual que nosotros, la sensacion imparable de querer sentir placer sexual, con el frenesi inocente de niños que habian sido despertados a la fuerza y abandonados a la merced de impulsos de infantes insaciables, que nuestros abusadores habian hecho florecer para saciarse de nuestros cuerpos… no… ya no era romina, era nuestra muñequita de placer, nuestro tesoro de perversiones, nuestra pila bautismal llena de nuestras aguas de amor ardientes, de las cuales naceria un nuevo angel de alas negras, a imagen y semejanza de nuestros orgasmos mas freneticos y sucios… era nuestra niña… para nuestro placer…


– llamala – le dije sin dejar de apretarle su clitoris

– romi, venga romi- dijo ella en un tono tierno


la niña se levanto, al mirarnos en esa posicion, su carita esbozo una sonrisa como avergonzada.


– venga mi amor, venga conmigo y el papa.


ambos sabiamos que hacer y que decir, nos habian dicho cosas similares hace mucho tiempo atras. al acercarse la niña, ella comenzo a pajearme y segui moviendole su clitoris y sentia como sus muslos sufrian pequeños temblores, la niña miraba extrañada.


– quieres jugar con nosotros mi amor? asi jugamos el papa y la mama, porque se quieren mucho… ssss.. – siseo de placer al terminar la frase, porque yo le habia apretado el clitoris aun mas fuerte.

– zi – dijo la niña mirando atentamente nuestros movimientos.


si bien, ambos estabamos hirviendo de calentura, eramos capaces de controlarlo. ella saco su mano de mi verga y su pierna de encima de mi muslo. se reincorporo, yo hize lo mismo y tomo a la niña en brazos y la sento en sus rodillas.


– pero esto mi amor, es algo que solo hacemos los tres, tu, el papa y la mama, la abuelita no tiene que saber.


mientras ella le decia estas cosas, la niña ponia mucha atencion.


– tu quieres que el papa se vaya?

– no – dijo la niña – e papa me compa hedado

– si, el papa te va a comprar mas cosas, y tu tienes que obedecerle y a mi tambien y asi podemos jugar los tres y salir a todas partes.


la niña asintio con la cabeza y abrazo a su mama, ella la puso nuevamente en el suelo y comenzo a sacarle la polera, yo me relaje un poco y abri las piernas. mi verga no habia perdido su excitacion, aun seguia durisima y pegajosa de leche. sin darme cuenta, comenze a pajearme viendo como ella le sacaba la polera y sus calzoncitos. ella, que se habia dado cuenta de lo que yo hacia dijo de repente.


– abraza al papa romi, abrazalo bien fuerte – casi una broma cruel.. la niña se acerco a mi, entre mis piernas y estiro sus brazos para abrazarme, yo la abraze al instante y mi verga se pego a su piel suavecita, calentandome aun mas… ella estaba fascinada con la escena.


– dile lo que me decias romi, lo que me decias que le ibas a decir al papa cuando llegara.


«o sea que esta conversacion ya la tuvieron» pense.


a la niña no le salian palabras, solo me tocaba la cara y me miraba, mientras yo pasaba mis manos por su espalda, sus brazos, su carita, su pecho y mi verga palpitaba rozando sus muslos pequeños y gorditos.


– es tu hija, no te detengas – dijo mirandome y al decir esto, se acomodo en el sillon, abrio sus piernas y comenzo a pajearse lentamente con ambas manos.


le di un pequeño beso en la boca a la niña, mientras una de mis manos le acariciaban una de sus pequeñas tetitas, muy despacio y delicadamente. luego otro besito y otro, romina los recibia en silencio, atrapada en las sensaciones que mis caricias le provocaban en sus diminutos y rosados pezoncitos. toque su culito terso con mi otra mano, acariciandolo y separando sus nalguitas para acariciarle el ano, tambien muy delicadamente.


su madre estaba con las piernas abiertas, pajeandose lenta e intensamente, disfrutando cada detalle del espectaculo paternal y perverso que le estabamos dando. con una mano se acariciaba el clitoris y la otra estaba en la entrada de su concha, metiendo y sacando dos de sus dedos, llegando hasta lo mas profundo que podia, luego sacandolos un poco y volviendo entrar, repitiendolo una y otra vez.


me acomode en el sillon y puse a romina en medio de mis piernas, abriendo las de ella, para que su conchita quedara encima de mi verga caliente. los labios de su vaginita quedaron justo encima del tronco de mi pene. ella estaba en silencio pero tranquila, tratando de procesar el maremoto de sensaciones e imagenes que estaba viviendo. la acerque a mi pecho y segui besandole muy despacio su carita y acariciandole su cabello, mi otra mano volvio a su culito y la acomode justo al medio, para volver a tocarle su agujerito y desde esa posicion, balancearla suavemente encima mio, para que su conchita se frotara con las venas y el semen de mi verga que estaba a punto de reventar.


su mama habia dejado la quietud de la contemplacion y estaba pajeandose como loca, el sonido de sus dedos chapoteando dentro de su concha eran acompañados de sus gemidos exquisitos.


– hermoso papa, que hermoso – decia ella mientras se frotaba y salian los jugos de su concha de hembra madura.


yo seguia moviendo a la niña y me miraba a los ojos, esos ojitos brillantes llenos de sorpresa por esta sensacion que la embriagaba y la confundia. mi verga seguia botando semen, que se pegaba a las carnes rosadas de la concha de la niña, mientras yo la seguia moviendo encima mio.


ella paro de masturbarse, se acerco a mi oreja y susurro muy despacio.


– papito, quiero chuparle la conchita a la bebe y quiero que me la metas, entierrame el pico papa, ya no aguanto mas – dijo ella tierna y deseperadamente.

– esperame, deja acomodar a la niña.


separe despacio el cuerpo de romina de mi pecho, la pequeñita tenia su carita languida, como si estuviera soñando.


– en la mesa mejor, es mas comodo – dijo ella, se puso de pie y fue a tomar la colcha en la que estaba la niña y luego se acerco a la mesa y la estiro.


mientras ella hacia eso, yo me ponia de pie con la niña en mis brazos, que no dejo de abrazarme en ningun momento. habia una suerte de oscura solemnidad al llevar a la niña lentamente a nuestro altar improvisado y entregarla como ofrenda a nuestras hambres.


la acomode en la mesa, acostando su cuerpecito encima de la colcha, su madre volvio a tocarse, sin dejar de mirarla. al estar acostada, ambos nos abalanzamos suavemente encima de su cuerpecito, recorriendo con nuestras bocas su piel suave y blanca, ambos estabamos masturbandonos, mientras devorabamos a besos y lamidas cada parte de la piel de romina. ella acerco su boca a su conchita, separo sus piernas y empezo a lamer su vaginita delicadamente y lamer los labios de la conchita de su hija y entre besos y lamidas, le daba pequeños chupones, juntando los labios vaginales de su bebe y succionandolos un poco. me aleje y sin pensarlo dos veces, me acomode detras de ella, separe sus piernas mientras le chupaba la cuquita a su bebe y meti la verga lentamente y con fuerza hasta el fondo de su concha mojada.


– aaaahh papi, culeame asi papi, culeame mi amor – dijo con voz de extasis


yo comenze a empujar hacia adelante y atras, haciendo tiritar su culo carnoso y redondo, embestidas fuertes que dejaban su rastro de leche una y otra vez en sus carnes que ya estaban quemandose de tanta calentura. escuchaba sus gemidos ahogados, mientras le seguia chupando la vagina a la niña. romina estaba mirando hacia arriba, con los ojitos a medio cerrar, como si estuviera drogada de tantas sensaciones fisicas y nuevas y mi verga se hinchaba mas en cada embiste que hacia salir los fluidos de ella que bajaban lentamente por mis bolas y sus muslos.


el vaiven no se detenia, solo se aceleraba, escuchaba los  gemidos de ella, llenos de la carne vaginal de la niña, sus suspiros y los mios llenaban el comedor, mientras el cuerpo de la niña se movia al ser empujada por los embistes que recibia su madre, sus ojitos estaban perdidos en las lamidas y chupadas freneticas de su mama, que movia el culo desesperada, empujando con fuerza cada vez que mi verga la  embestia para que entrara mas aun… nada se detenia, solo continuaba, entre los tres iba creciendo una explosion deliciosa que nos hacia temblar… mas rapido, mas fuerte, mas ardor se acumulaba en nuestros cuerpos…


– son mias las dos, mias – dije agitado y sin parar de culearmela.

– si papa!, si! – me respondio ella y al instante volvio a chuparle la bulba a su bebe.


mis piernas temblaban, mis bolas estaban empapadas de sus jugos… en un ultimo embiste, pase mis uñas por su espalda, recorriendo desde su cuello a su cadera… una descarga que me envolvio de pies a cabeza, que termino en la punta de mi verga, escupiendo copiosamente la leche que una tarde entera de juegos sexuales y perversos habian acumulado. las piernas de ellas tiritaron y su culo bello y carnoso se movio en espasmos mientras se llenaba de mi semen.


– mmm… aaaahh… te amo, te amo – dijo tiritando y acabando casi al mismo tiempo que yo.


la niña seguia inmovil, casi durmiendo y con su respiracion igual de agitada que la de nosotros… y asi nos quedamos los tres unidos en un momento de silencio.


me separe de ella y me acerque para abrazarla, ella hizo lo mismo, se separo de la niña y nos besamos. luego tome al niña en brazos y nos abrazamos los tres.


– las amo, las amo – dije con voz de cansada saciedad.

– papito, nosotras tambien – respondio ella con cansancio y ternura.


romina estaba aferrada a mi y ella me tomo de las caderas y volvimos a besarnos.


– al final nunca almorzamos – le dije riendo.

– cocinar fue solo una excusa… jajaja – dijo ella sin dejar de mirarme a los ojos.

– pedimos pizza? le gusta a la niña?

– si, pero hay que darle un poquito, para que pruebe.


y asi… desnudos, sudados y extasiados, nos miramos a los ojos y estos entendieron que nuestros latidos bailarian por mucho tiempo juntos, con problemas y dudas como todo el mundo, pero al ritmo de la danza perversa de una sexualidad sin frenos, que solo esperaba encontrar refugio en algun lugar perdido de la ciudad… los corazones negros seguirian latiendo juntos, para siempre.

Corazones negros 2

 despues del motel, todo siguio normal… aunque con otro sabor, mas tierno, mas preocupado, mas unido quizas, si es que le puedo poner algun nombre. salimos del motel a media mañana y fuimos a tomar desayuno, conversamos un rato y cada uno fue a su casa, a seguir con la monotonia. obviamente seguiamos conversando por redes sociales, pero ahora en nuestras conversaciones habian mas mensajes con corazones que antes.


pasaron dos semanas mas o menos hasta una noche que hablamos por telefono.


– quiero que nos juntemos de nuevo – dijo ella con voz juguetona.

– obvio que yo tambien quiero, la ultima noche que estuvimos juntos fue genial.

– si… me encanto mi amor, pero me dio un poco de verguenza.

– que te dio verguenza?

– la cama, no te diste cuenta lo mojada que quedo la cama?

– no – dije con una risa picarona.

– imaginate a la persona que hace el aseo, que habra pensado?

– chiquitita – dije de manera condescendiente – es un motel mi amor, te doy por firmado que han encontrado y escuchado cosas peores que eso.

– tu crees?

– si, estoy seguro. bueno mi amor, cuando nos juntamos? – estaba caliente de solo saber que ella tenia tiempo de nuevo para que nos veamos y no queria que la idea se disipara en una conversacion vanal.

– es que tengo una idea, mira, mi mama sale este fin de semana y voy a estar solita hasta el lunes.


un fin de semana entero… mi cabeza volo por los aires… ella me habia contado que vivia con su mama y que por ella trataba de tener prudencia con nuestra relacion, para que ella no le hiciera preguntas incomodas.


– genial! puedo comprar algunas cosas ricas para tomar y comer y pasamos toooodo el fin de semana sin ropa, jajajaja – lo dije en broma, pero con toda la intencion de que ocurriera.

– me gusta eso… jijiji.


quedamos de acuerdo en que iria a su casa el viernes por la tarde, despues del trabajo. Cuando llego el dia, lleve una mochila con un pantalon y un par de poleras, por si acaso. sali del trabajo lo mas rapido que pude y fui a un supermercado, compre cosas para comer (si, a ella le gusta comer cosas ricas sin preocuparse mucho, igual que a mi), alcoholes varios (cervezas, vino y algun trago mas elegante, como para no ser un borracho sin clase) y mientras estaba comprando, ella me envio la direccion de su casa. al llegar a pagar, me di cuenta que eran demasiadas cosas como para ir por el tren subterraneo, asi que use una de esas aplicaciones de «taxis que no son taxis». estaba ansioso e iba como un niño mirando las calles, esperando llegar pronto. cuando el vehiculo se detuvo, le avise por mensaje que habia llegado, pague el viaje, baje y lleno de bolsas me pare en frente de su casa y pude ver unos ojitos que se asomaron por entremedio de la cortina de una ventana.


abrio la puerta con su cabello tomado, una polera que le quedaba holgada y un pantalon deportivo, sin maquillaje, tal como es, sin «la mascara» que usamos para tener dinero… y se veia mas hermosa que la ultima vez. me invito a pasar a su casa, tenia una sonrisa nerviosa en su cara, me ayudo a acomodar las bolsas y cuando terminamos, la tome de las caderas sin aviso y la acerque a mi, sin pensar le di un beso… ella no puso resistencia alguna, es mas, de alguna manera ambos nos derretimos en un beso largo, rico, acariciandonos el cabello y la cara mutuamente… me embriague con el olor de su piel, acariciando y apretando los contornos suaves de su cuerpo un poco gordito, le agarre su culito rellenito con ambas manos y senti como en su boca se dibujaba una sonrisa entre beso y beso. nos separamos, nos miramos a los ojos y sonreimos.


– te extrañaba – me dijo ella.

– yo tambien, mucho.

– voy a cocinar algo para los dos, me acompañas?

– si… llevo un par de cervezas a la cocina.

– bien.


saco algunas cosas de las bolsas de las compras, yo saque un par de cervezas (que por suerte aun seguian heladas) y fuimos a la cocina. comenzo a buscar un par de ollas, yo me puse a cortar algunas verduras y entre palabras, besos fugaces, agarrones, arrimones y cerveza, fuimos pasando el rato. de repente se sintio un ruido, yo no le di importancia, pero ella miro hacia arriba (la casa tiene segundo piso) y luego me miro.


– me esperas un poco?, escuche algo y quiero ir a ver.

– quieres que te acompañe?

– no es necesario – dijo un poco nerviosa – ademas alguien tiene que vigilar que la cena no se queme.

– ok, no hay problema – dije tranquilamente, ademas las cervezas ya estaban haciendo efecto y estaba mas relajado.


salio y escuche como subia las escaleras. yo segui en la cocina, revisando las ollas y dejando en la basura las cosas que ya habiamos desechado. pense que seria bueno una copa (o vaso, da lo mismo) de vino para acompañar la cena, asi que fui a buscar la botella y comenze a buscar algo para destaparla. abro un cajon, otro, y luego otro y no encontraba nada como para abrir la botella y al abrir nuevamente otro cajon… leche en polvo? saborizante? biberon? pero no era que solo vivia ella y su mama aqui? trate de recordar si en algun momento me habia conversado de algun sobrino o algo asi, pero no. «algo raro pasa aqui» pense, no queria preguntarle directamente, pero la curiosidad me mataba.


cuando ella volvio a la cocina, hize como si nada hubiera pasado.


– como te fue?

– bien, tranquilo no era nada


«nada?… en serio nada?»


– sentemonos a comer? – me dijo

– ok, dejame llevar los cubiertos y el vino


asi que puse los cubiertos rapido, servi el vino, mientras ella servia la comida. al sentarnos y comenzar a cenar, no puedo dejar de reconocer que cocina muy bien, estaba exquisito. pero aun asi… tenia que saber que significaba lo que encontre.


– no se como decirte esto – dije, dejando el cubierto en el plato – pero… mmm… mientras buscaba algo para destapar el vino encontre algo…


ella abrio los ojos, sorprendida y con un poco de miedo.


– que enocntraste? – dijo con voz temblorosa.

– … mmm… cosas para bebe… leche, biberones… tu me dijiste que vivias sola aqui con tu mama, nunca me mencionaste nada de sobrinos, hijos o algo parecido.


ella bajo la cabeza, se quedo callada un momento, luego  levanto su cabeza y pude notar que sus ojos estaban a punto de llorar.


– hubo algo que no te dije… – dijo suspirando


broma?… despues de todo lo que hemos conversado? el tipo de pagina en la que nos encontramos? despues de todas las fantasias perversas que hemos compartido?…


– ok – dije interrumpiendola – esto es simple, o es tuyo o ustedes lo cuidan, cual opcion es?


– la primera – dijo con el menton tiritando y su voz llena de pena.


– por eso todas las fotos y videos me los enviabas del baño… ahora entiendo… y cuando me lo ibas a decir? – pregunte notoriamente molesto.


– queria decirte, de verdad, incluso antes de que nos vieramos la primera vez, pero me daba miedo – dijo tratando de contener las lagrimas – pense que me ibas a rechazar y todo ha sido tan bonito… no te queria perder – y al decir esto se tapo la cara y se largo a llorar definitivamente – perdoname, por favor, perdoname.


no puedo negar que el alcohol desinhibe, que ayuda a que las emociones se expresen con mayor facilidad y tampoco puedo negar que soy un poco sadico y me calienta verla sufrir tan sincera y tristemente… y en cuanto a la «pequeña sorpresa»… lo cambia todo y tenia varias preguntas exquisitamente morbosas que hacerle…


la mire con una expresion completamente fria y desafiante, esos pequeños momentos de poder me encantan. me puse de pie y me aleje un poco de la mesa. no se como lo hizo, pero puso una cara de mayor tristeza aun, parecia que se estaba destrozando por dentro en una pequeña fraccion de segundo… y la verga se me puso durisima…


– te vas a ir? – dijo llorando como una niña pequeña


– como me voy a ir? – dije suspirando – acabo de comer como cerdo y mas encima estoy medio ebrio… jajajaja…


la risa nos relajo a ambos. me acerque a ella, que aun estaba sentada, me arrodille a su lado, le tome sus manos que estaban sudando frio, la mire directamente a los ojos y le dije con voz firme y fria.


– la proxima vez que me mientas, te voy a abofetear como nadie lo ha hecho en tu vida, me entendiste? – al decir esto aprete ligeramente los dientes y tambien sus manos.


por un pequeño momento, su carita se lleno de miedo, entre el rastro de las lagrimas que habian caido por sus mejillas y sus ojos vidriosos, mi verga parecia que iba a explotar de excitacion.


– si – dijo susurrando y asintiendo con la cabeza.


tome aire y continue, ahora bajando la presion en sus manos y acariciandolas.


– entiendo el miedo al rechazo, lo entiendo, de verdad que lo entiendo, esto ha sido exquisito para ambos y tampoco quiero perderte – le dije con palabras mas suaves, se calmo al escuchar y dejo de llorar – pero creo que hay varias cosas que debemos conversar… me enoje al saber que me mentiste, no te puedo mentir, pero como te dije lo entiendo… te parece que levantemos la mesa?


– si – dijo secandose las lagrimas y volviendo a recuperar por completo su respiracion normal


comenzamos a llevar los platos a la cocina, si bien la situacion estaba tranquila, habia un silencio incomodo. ya casi cuando estabamos terminando, la abraze, sin decir nada y ella dio un suspiro mientras lo hacia, parecia que ese simple gesto hizo que se liberara la tension que tenia. antes de terminar, saque un par de vasos y los llene de vino, la conversacion seria extensa.


nos sentamos en un sofa grande, juntos, la abraze y la bese de nuevo, esta vez fue un beso mas tranquilo, reconciliador si se le puede decir. y como las cosas ya se sentian tranquilas, era momento de disipar las dudas.


– es niño o niña? – dije de manera muy tranquila.

– niña.

– que genial, se debe paracer a ti.

– si un poco, aunque tiene rasgos del papa.

– ya no se ven o si?

– no, lo tuve que demandar para que me pasara un poco de dinero para la niña.

– que mal.

– si, despues de eso no me volvio a hablar mas y a la niña ni siquiera la saluda para su cumpleaños.

– o sea que se enojo en serio.

– si.


estas preguntas eran obvias, de lo contrario ella estaria viviendo con el, pero queria ir haciendo el camino a las cosas que realmente queria preguntar.


– mira, desde el momento que me di cuenta, hay cosas que me han estado dando vueltas en la cabeza.

– si, me lo imagino… – dijo esbozando una sonrisa – y la respuesta es no… he tenido ganas, mas desde que empezamos a hablar, a contarnos nuestras historias y fantasear, he estado a punto, pero no, no se, me da un poco de miedo.

– pero nunca nada? nada de nada?

– o sea… – esbozo una sonrisa vergonzosa – al principio, cuando le tenia que dar leche, me calentaba mucho y era raro que no me masturbara mientras lo hacia o despues de hacerlo.


al decir esto, mi verga empezo a crecer y palpitar… imaginarla desnuda en la cama, con las piernas abiertas, sosteniendo a su bebe con un brazo y pajeandose con la otra mano, gimiendo morbosamente mientras el bebe a cada chupada le sacaba leche de sus tetas redondas, mordiendo a veces el pezon, a veces tirandolo… con un par de palabras esta mujer me prendia de pies a cabeza.


– tu estas consciente de lo que me provocas… jejeje.

– tu me preguntaste – dijo con una sonrisa picara.


me acerque a ella… la cercania de la piel, los susurros, van creando intimidad, complicidad…


– y como se llama? – le pregunte susurrando al oido, sintiendo el calor creciente de su cuerpo.

– romina.

– cuantos años tiene?

– casi tres.


mientras me respondia, una de mis manos se acercaba a su teta, estaba caliente, aun por encima de su cuerpo podia sentir la calentura de su cuerpo. sin mucha demora, aprete suave su pezon y lo comenze a masajear y tirar un poco. ella no perdio el tiempo y su manito me apretaba el muslo y llegaba a mi verga que aun debajo del pantalon se notaba dura. la empezo a apretar entre sus dedos, a tratar de arrancarla despacio del pantalon, mientras palpitaba mas y mas fuerte entre sus caricias, y la respiracion de ambos comenzo a agitarse mas a un mismo ritmo… al latido de un solo corazon.


– has fantaseado con tu niña?

– siempre – me respondio suspirando.

– que has fantaseado?

– las mismas cosas que contigo… pero los tres…


al decir esto, me enterro las uñas en el pantalon, me tomo del cuello y me apreto contra su cara, forzando un beso desesperado y ardiente. yo solo me deje llevar, le empeze a pellizcar el pezon y ella me empezo a morder la lengua y los labios.


– quiero conocerla – dije con voz profunda.

– si, yo tambien quiero, pero vamos de a poco, de acuerdo.

– a tu ritmo mi amor, no hay problema, pero antes… no podemos dejar este vino servido, hay beberlo al mismo tiempo, te parece?


ella rio y ambos tomamos nuestros vasos, contamos hasta tres y de un solo trago nos bebimos el vino que quedaba sin dejar una sola gota. nos levantamos y subimos la escalera, ella iba primero. al llegar habia una puerta cerrada y otra que estaba un poco abierta y tenia una tenue luz saliendo de ella.


– no metas ruido, esta dormida.

– de acuerdo.


al entrar a su habitacion, me di cuenta que no era pequeña. tenia una cama grande y al lado de esta, una cuna que por cierto no estaba ocupada, su hija estaba durmiendo encima de ella.


– mi niña… mi bebe…

– es preciosa, como tu.

– si… quiero que vivamos esto los tres, juntos.


no le dije nada, solo meti ambas manos en su pantalon deportivo y lo empeze a bajar, besandole su cuello, mientras ambos mirabamos a la niña. al llegar casi a la rodilla, sus pantalones cayeron por si solos y yo comenze a bajar los mios y mi verga practicamente se escapo del pantalon. ella al sentirla, la tomo y la empezo a masturbar, yo hize lo mismo y acerque mi mano a su concha que estaba caliente, meti mis dedos entre los labios y se mojaron de sus juguitos y busque su clitoris, que empeze a acariciar despacio, pasaba por la punta, por los bordes, lentamente…teniamos todo el fin semana…


– mirala… como tu, inocente, quien sabe cuantas veces le has querido meter los dedos en la conchita, chuparsela, hacerle sentir lo que te hicieron sentir a ti – dije susurrandole al oido.

– si… siempre, pero no sola, contigo…

– si? que quieres que le haga?

– todo… quiero verte culeandola, violandola… quiero verte a ti…


mi verga palpitaba con fuerza y en cada palpítar ella me la apretaba mas.


Era como una lucha entre mi verga y su mano, cada apretón producía un impulso más fuerte de sangre caliente, cada vez que ella hacia eso crecía más, la tiraba un poco y en cada estirón, gotas de leche caliente salían, mojando su mano mientras yo recorría el diminuto y vasto universo de sensaciones de su clítoris con las yemas de mis dedos… mi pecho contra su espalda, se movían agitados y de a poco, ambos ritmos se conocieron, se siguieron por instinto, como un solo latido.


– abre, abre más – le susurré al oído. Uno de sus pies saco la zapatilla del otro y el otro al estar descalzo hizo lo mismo con su igual y pudo dejar el pantalón en el suelo – así… Así me gusta hija… Bien obediente – dije con voz profunda.

– papito… Te extrañaba tanto – dijo con voz quebradiza y un poco triste – me toco el chorito todos los días por ti, para ti papito, te amo…

– yo también mi niña, todos los días me saco leche pensando en ti, todos los días – le dije mientras con mi otra mano, separaba sus nalgas y dejaba la punta de mi verga hinchada en la entrada de su ano, mojandola un poco con semen y acariciándola con movimientos suaves y las palpitaciones de esta.


Hubo algo que me enamoro de ella, en el periodo en el que solo nos escribiamos. Una vez, solo una vez, me mandó un vídeo en la ducha, en el que ella misma se chupaba sus tetas. Nunca más se lo volví a pedir, siempre deje que las cosas se dieran por si solas, pero ahora, las cosas cambiaron.


– chupatelas…

– como?

– chupatelas las tetas, me encanta que hagas eso.

– si


Se sacó la polera, yo no me movía de mi posición y tampoco dejaba que ella se alejara. La tiro al suelo, bajo un poco el cuello y empeze a escuchar la succión fuerte y bruta de su propia boca en su pezón. Yo le daba suaves mordiscos en su hombro, mientras le acariciaba el ano con mi verga y mi otra mano, se movía de su concha hacia la teta que está libre, pellizcando el pezón y dándole de vez en cuando, una palmada con la punta de mis dedos, a al que ella respondía con un siseó ardiente, sin dejar de chupar su teta. Mi pichula ya estaba gorda y empezaba a abrir su culo de a poco, podía empujar y abrir, solo unos milímetros, para ir dejando en cada delicado embiste un rastro de moco caliente que lubricaba su ano.


Dejo de chupar su teta para respirar un poco, una respiración agitada, fuerte y bulliciosa, que dejaba escapar gemidos, «no que querías estar en silencio?» Me pregunte. Deje de torturarle su hermoso pecho de marfil, ya colorado por el castigo que ella tanto deseaba recibir y levanté su muslo, para que pusiera el pie en la cama «calcetines rosados con florcitas, que ternura perversa de mujer», pensé deleitandome de cada uno de sus detalles. Esto provoco que sus nalgas apretaran mi pene, que reaccionó palpitando aún más y abriendo un poquito más su culo gordito y blanco. Una de mis manos sotenia su vientre con fuerza, era mia, mi presa, mi hija… Mía… Mientras la otra mano recorría el lado interior de sus muslos, mojados ya con sus propios jugos y se acercaban a los labios de su vagina de madre carnosa. Al llegar apreté su concha con mi mano completa, causándole dolor, a lo que ella respondio con una quejido placenteramente doloroso y apoyo todo el peso de su torso en mi pecho… Dejándose morir por un instante encima mío…


Ya no tenía ni vergüenza ni recato, gemia, solo gemia mientras mi mano apretaba fuerte los labios de su vagina, haciendo que se frotaran entre ellos. Me pene en su ano cada vez lo abría más, a cada movimiento salía más semen caliente por el roze, mojando la entrada de su culito hermoso. En la habitación solo había una tenue luz que venía de una lámpara de noche, y que dibujaba las sombras de nuestro placer en el muro.


– mamá? – se escuchó de repente


Ambos la miramos, sin detenernos, sin dejar de gemir. la niña se sentó en la cama, se frotó los ojos y comenzó a mirarnos, tratando de entender… Entender que estaba haciendo su madre y quién mierda era el tipo que estaba detrás, sosteniendo a su madre como si fuera un vampiro alimentándose de su víctima.


– mírala, mírala a los ojos, muéstrale, muéstrale la concha de su mamá, muéstrale tu calentura, tu amor… Muéstrale – susurré suave y cálidamente en su oído.


Ella comenzó a mover sus caderas hacia adelante, yo saqué las manos de su concha y ambas se fueron a castigar sus tetas.


– abrela, muestrasela.

– si papi – dijo en un suspiro


Con ambas manos, se abrió los labios de su vagina. Empujaba hacia adelante, tratando de que la niña viera la carne rosada y brillante de húmedad que la vio nacer. Una obscena belleza de corrupción sexual lleno el aire, las sombras silentes eran testigos de como le estábamos arrebatando la inocencia a la niña. Y mi verga aún pegada como la de un perro en su culo, escupía leche entre caricia y caricia, que ya se escurría por sus muslos.


– llámala, dile que se acerque – ordene con voz firme

– venga mi amor, venga – dijo en tono maternal… Una ternura tan sucia, tan perversa.


La niña se levantó de la cama, ella seguía abriendo su concha, sentía como se manoseaba frenética frente a ella, gemia como perra en celo, mientras la niña caminaba encima de la cama, acercándose a ella. Yo dejé de tocarle las tetas y sujete sus caderas, para que se moviera con tranquilidad. Yo ya no aguantaba más, quería estar adentro y comenze a penetrar su culo, ella sintió mi intención.


– todavía no, por ahí no, no tengo crema ni lubricante – dijo rápido, para que me detuviera.

– ok, no hay problema.


Si hay algo que le puedo asegurar a cualquier hombre, es que la mujer tiene que llevar el ritmo… Es como una flor, tu no la fuerzas a florecer, si no, la destruyes, tienes que dejar que ella te invite «Puedo esperar por ese culito hermoso» pensé.


Se inclino un poco, para que mi verga entrara en su vagina, así que seguí con la misma idea. Recorría todo lo largo de los labios con la cabeza de mi pene, acariciaba la entrada y el clítoris, hacia adelante y atrás, una y otra vez, dejando que los labios concha gordita besara y apretara la cabeza en cada movimiento. Al estar más inclinada, ya no podíamos susurrar, tendríamos que decirlo todo a viva voz. La niña ya estaba en el borde, su madre estaba un poco inclinada con las tetas hinchadas colgando y su carita blanca colorada de calentura, a centímetros de ella. Moviéndose al ritmo de mi pichula que masturbaba sus labios y su clítoris.


– háblale – dije con voz de mando

– mi amor… La mamá te quiere mucho, el es tu papá… Y mi papá también y te quiere, nos quiere a las dos – dijo con una temblorosa dulzura, que solo hincho más mi verga.

– pa – pa? – dijo la niña con curiosidad.

– si mi amor… Así le hace el papá cuando quiere a la mamá y así te va a querer a ti.


La niña no entendía nada, su mamá y yo estabamos en el deleite de mezclar nuestros propios jugos en frotaciones que estaban a punto de ser penetración.


– quiere leche mi amor? – le dijo ofreciéndole una de sus tetas, a lo que la niña acepto sin cuestionar.


Una vez la niña comenzó a chuparle su pezón, su cuerpo tirito entero.


– aaaa… Que rico… Papá culeame! Papito méteme el pico papito, ya no aguanto – dijo casi casi gritando.


Yo me acomode y metí mi verga, que ya me dolía de tanta hinchazón en su concha, de golpe, hasta el fondo, y ella lanzo un gemido que retumbó en la habitación. Sin darle tiempo, comenze a culearmela cómo si el mundo se fuera a acabar, mis caderas se movían solas, desesperadas, como un animal.


Le di una bofetada en las nalgas, que dejaron mi mano marcada en su piel.


– …. Sss… Sácale la ropa, ahora! – dije dándole una orden, sin dejar de moverme ni un solo segundo.


Ella no dijo nada, solo comenzo a desvestir a su hija, lanzo la polera del pijama y luego los pantalones de la niña.


– amala… Besala… Tocala… Ya no estás sola, somos un familia – dije tiernamente


Solo podía ver cómo su cabellera se movía en el torso desnudo de su hija, yo la miraba a los ojos mientras penetraba a su mamá, solo nos miramos fijamente y veía su carita inocente llena de sorpresa y dudas. De repente su mamá se detuvo en sus tetitas y la pequeña se puso a reír por las cosquillas que esto le provocaba.


Yo siempre mantenía mis uñas cortas, aún así, las pase con fuerza por su espald dejando un rastro rojo en su piel. Esto la calentó aún mas, y su zorra madura comenzó a botar líquido como un grifo, líquido que me mojaba las bolas, los muslos y que caía al piso. El sonido del roze cambio a un chapoteo entre mi verga y su vagina, que no paraban de moverse. Sus gemidos eran una mezcla de pena y placer, que chocaban con la piel tersa y suave de su hija, mientras ella le chupaba sus pezoncitos rosados y pasaba su lengua por su pecho infante. Ella subió su cabeza y tomo la carita de su bebé con ambas manos.


– te amo bebe, te amo… Ya no estamos solitas – decía tiritando entre mis embistes brutos, que dejaban salir más y más líquido – el papá nos va cuidar… Aaaaa… Te amo bebe, te amo.


Hubo algo en esa frase… Algo que me calentó más aún el cuerpo entero y empeze a empujar con más fuerza mientras ella abrazaba y mantenía a su hija pegada a su cuerpo. La hinchazón constante de mi verga… El impulso que partía de mis piernas ya venía, bajaba también por mi torso… No podía parar, mi propio cuerpo no me dejaba parar… Sus alaridos de placer llenaban la habitación, la niña abrazo también a su madre y veía como sus manitos se pegaban a su espalda, tenía los ojitos cerrados y su cuerpo también se movía al ritmo de mi pichula frenetica de perversión y placer.


Un momento de calma… Una corriente de fuego que nos hizo a ambos tiritar… Un bramido caliente al unisono, de bestias infernales que esperaron toda la vida para encontrarse… Sin juicios, corruptos y amorosos, devotos y obscenos, empapados en los sudores de sus pieles, en el nectar ardiente que cada uno le ofrecía al otro desde sus genitales abusados… Y ahora, abusadores… Abraze también su espalda, tratando de unirme a ella, tratando de que mi corazón tocará el de ella. Y así, estuvimos los tres abrazados, en un par de infinitos segundos y que nuestra lujuria enfermiza, nos mantendría de esa manera, quizás para siempre.


Soltó a la niña, que aún seguía de pie en la cama, se dió la vuelta y me miró a los ojos con cansada felicidad y me abrazo.


– juntitos ya?… Juntos, los tres, de acuerdo? – le dije al oído con la voz más tierna de la que era capaz.

– si papito, si.


Suspiramos al mismo tiempo, nos separamos y ella se sentó en la cama, al lado de la niña, que nos miraba a ambos desnudos. La tomo en sus brazos y la sentó en sus piernas. Yo me senté a su lado.


– Romina, el es tu papá – dijo con voz sería.

– pa – pa? – repitió nuevamente la niña.

– si y va a estar con nosotras hasta que llegue la abuelita.


La niña me miró y sonrió.


– le tienes que hacer caso, ya? Cómo a mí – se detuvo un momento y volvió a hablar – quiere tomar lechecita mi amor? Vamos a hacerte la lechecita.


No dije nada, solo sonreí… Debería estar enojado porque ella me mintió… Pero… No puedo.


Los tres bajamos desnudos a la cocina, ella llevaba a la niña en brazos. Al llegar a la cocina le dije que no se preocupara, que me dijera dónde estaban las cosas y yo hacía el resto, que solo se preocupara por la niña, que aún sostenía en sus brazos.


– hay unas gotitas de bach en ese cajón – me señaló – hay que ponerle algunas a la leche, para que duerma, si no, estará despierta toda la noche y no nos dejar dormir.


Así que después de preparar la leche, entibiarla un poco con agua helada, tome el gotero y puse algunas gotas.


Los tres volvimos a la habitación, yo abrí la cama, para que ella acostara primero a la niña, que no dejaba de tomar leche, luego se acostó ella a su lado y al final yo, juntando mis caderas con las suyas. Mientras la niña tomaba la leche, ella le murmuraba una suerte de canción, bien despacio y la niña de a poco iba cerrando sus ojitos. Yo acariciaba el cabello de tan perversa y tierna madre… Y de a poco, los tres desnudos en la cama, caímos lentamente en el sueño… Juntos…

Corazones negros 1

 nos conocimos en línea, en una de las tantas paginas «prohibidas» que hablan de esto. Ninguno de los dos sobresalía de lo normal, trabajos normales, vidas normales, un poco de barriga sedentaria, típica de las oficinas… todo «normal», excepto por una cosa… las hambres, los apetitos ocultos que vienen de historias no contadas, historias escondidas de fogosa vergüenza y que el «anonimato» de las redes ha dejado salir sin pudor.


 

Todo se dio de manera tranquila, un par de opiniones en un foro, un par de «me gusta» en algunos posteos y luego, cuando ambos confirmamos que estábamos en una sintonía parecida, comenzamos a hablar en privado.

 


tu me contaste que se sentía rico, que creías que no había nada malo en ese juego «raro» con ese pariente que vivía en tu casa. yo te conté que solo me dejaba llevar, que ese pariente me decía que era «nuestro secreto» y me compraba cosas… tu me dijiste que tus juegos empezaron a los 6 y los míos a los 7… y llegamos a la conclusión que desde ese día, esa hambre insaciable no nos dejaba pensar, que nos había cambiado. cada roce era una excusa, cada mirada una invitación. en silencio ya sabíamos lo que hablaban los adultos, pero algo nos hacía callar, ya que por intuición sabíamos que no se podía hablar de esas cosas. Nos contamos cómo perdíamos el control en las noches, cubiertos por sábanas solitarias de infantes despiertos antes de tiempo, como escondidos en los baños de escuela nos autocomplaciamos entre clase y clase y como nos dejábamos llevar por los nefastos adultos que nos iniciaron en el placer, dejándonos caer en el abismo ardiente de un hambre insaciable.


 

y pasaron los días, los impulsos de excitación trabajando o en la calle, las tocaciones entre letras y letras recordando esas cosas que no se pueden olvidar. primero un par de fotos, luego un par de audios, una llamada candente, para después enviarse mutuamente videos derritiéndose en pajas burdas y desesperadas, mojadas y calientes, para mostrarnos nuestros deseos y decirnos sin control los deseos más sucios y perversos, que solo nos contamos entre nosotros y que solo nosotros podíamos entender. se hizo costumbre saludarnos en las mañanas y y despedirnos por la noche y la costumbre nos llevó al encuentro, al tan deseado encuentro que nunca pensamos que llegaría.


 

quedamos de acuerdo en juntarnos a tomar algo un viernes en la tarde, ambos salíamos de trabajar y podríamos pasar el fin de semana juntos o al menos eso pretendía yo, así que me apresure todo lo que pude, pase a un baño público a arreglarme y llegue al restaurante un poco más temprano de lo acordado, más por inseguridad que por puntualidad, me quede afuera de este esperando minuto a minuto, pensando que quizás no llegaría, que me dejaría plantado.


 

cuando de repente, te vi bajar de un taxi… eras más pequeñita de lo que pense, tu cabello largo caía sobre tus hombros, pintando de castaño el traje de oficina que llevabas puesto, tu cuerpo redondito, de pechos grandes y caderas pronunciadas, me quede prendido mirándote mientras tu cabello bailaba al viento… te veías tan bonita, tan… normal… era extraño y a la vez exquisito, saber que detrás de esa fachada de oficinistas, ambos escondemos secretos inmorales y deseos sucios de corrupción sexual tan placentera, tan indecente…



en algún punto de tu caminata, me miraste y lo sentí. desde lejos nuestras miradas se cruzaron y ambos esbozamos una sonrisa pícara, que no desapareció hasta que estuvimos cerca. te detuviste, ambos tomamos aliento y suspiramos. habían tantas cosas que decir, pero las palabras no salían, simplemente no aparecían. para quebrar el hielo, abrí los ojos muy grandes y dije «por fin» y tu sonreiste y me dijiste «si» y nos abrazamos. Nos miramos, parecía que nos íbamos a dar un beso, pero no era el momento y tampoco había apuro. Entramos, tomamos algo, conversamos las típicas estupideces del trabajo… Luego otro trago y algo para comer y así, fue pasando el tiempo. a la situación no le faltaba la ironía, ya que ahora estábamos hablando en «modo máscara social» o algo por el estilo, no estábamos en chat ni menos manoseandonos cada uno con su teléfono en la mano… esto era real… y eso, le daba un tono serio, de ansiedad, para el que ninguno de los dos estaba preparado.


Cuando terminamos, ya estábamos un poco tocados por el alcohol, la sensación de seriedad se había desvanecido.


 

– quiero salir a tomar un poco de aire – dijo ella


– si, tienes razon


 

así que nos pusimos de pie, me acerque a un mostrador a pagar la cuenta (obvio que yo invitaba) mientras ella iba a paso relajado a la puerta. Una vez terminado todo la alcanze y nos fuimos caminando a un parque. antes de cruzar la calle, me tomaste la mano, sentí tu calor y esa fue la señal de que todo iba bien.


 

cuando nos sentamos, ya estaba oscureciendo y había menos gente, estabamos mas cerca el uno del otro, sentía que la intimidad que tuvimos por meses estaba aflorando nuevamente y no deje pasar la oportunidad.


 

– oye? – le dije en un tono de voz muy suave y bajo – creo que ya no estamos rodeados de gente y podemos hablar más tranquilamente


– si? – dijo en de manera lenta y juguetona


– me gustaría que jugaramos a algo


– dime, a qué quieres jugar?


– quiero que nos contemos las mismas cosas que nos hablábamos por internet… quiero escucharte de cerca, sentirte…


– tu sabes lo que eso provoca – dijo con sonrisa pícara


– si, lo se… por eso quiero que lo hagamos, no hay nadie cerca…


 

su sonrisa lo dijo todo y se acercó a mí, rozando su mejilla con la mía y susurrando a mi oido comenzó…


 

– mi mama siempre me hacía dormir con calzones y a veces yo despertaba en la mañana y no los tenia puestos, no sabia por que, hasta que una noche en la que no podía dormir, sentí que mi papá entró a la habitación. Me dio miedo que descubriera que yo aun no estaba dormida, así que me quedé quieta. el caminaba despacio, no sabia por que lo hacia asi. cuando llego a mi cama, sentí que se sentó a mi lado, me empezó a acariciar el cabello, la cara, sentía su mano grande y tosca recorriendo mis cejas, mi nariz, mis labios, de una manera tan delicada. si antes no quería abrir los ojos por miedo, ahora no los quería abrir por relajación y el placer de sus suaves caricias. poco a poco bajo por mi cuello, y su mano se posó en una de mis tetitas, que recién se estaban pronunciando, eran solo unos botoncitos de carne rosada, sentía como trataba de apretaralas suavecito entre su pulgar y su índice, recorriendo la carne alrededor del pezoncito y apretandolo… despacio, una vez, otra y otra, tirandolo un poquito, mientras la estimulación las erguía, las hinchaba. sentí cosquillas, pero diferentes, no me dieron ganas de reír, sentía un calor tan rico y suave que me recorría por completo. después de un rato paso a la otra y repitió el mismo proceso.


 

estábamos jugando a lo mismo que hacíamos en el chat.. escuchaba atento, sintiendo el calor de su mejilla rozando la mía, cada una de sus palabras era un bombeo de sangre que me hinchaba la verga a medida que la escuchaba… ella lo sabía, lo sentía y lo disfrutaba.


 

– cuando su mano llegó a mi estomago lo acarició despacio, subió un poco la polera y toco mi piel, cuando sentí sus manos un poco ásperas y tibias, una electricidad suave me tocó… era ansia, nerviosismo, incluso un poco de miedo y placer… todo en un solo momento. y comenzó a buscar, a buscar las mismas tetitas que hace un momento estaba acariciando y que ya estaban hinchadas por sus tocaciones. cuando llegó al pezón y empezó a repetir el mismo movimiento, las sensaciones que hasta ese momento había sentido, se multiplicaron, tanto que empecé sentir una calor en mi entrepierna, comencé a sentirla un poco húmeda, pensé que me estaba haciendo «pipi», pero el nerviosismo y el miedo a la situación hizo que me quedara quieta, aunque sentía que mi cuerpo estaba estallando en sensaciones, no podía moverme…


 

mi verga se estaba reventando dentro del pantalón, mi excitación ya se notaba a simple vista, aunque como estábamos solos en el parque y ya era de noche, poco importaba. tome una de sus manos, que estaba igual de tibia que la mía. La respiración de ambos estaba agitada. y comencé a mover mi mejilla, como tratando de acariciar la suya y de a poco acercaba mi boca a la de ella, no podía aguantarme, no podía. tantos meses deseando su cuerpo, escuchándonos contar lo que realmente nos gustaba, sin miedo al «qué dirán»… estaba derretido por su presencia, por su voz. suavemente acerqué mis labios a los suyos y se comenzaron a frotar suavemente. Ambos teníamos la boca entreabierta y podíamos sentir el calor de nuestros alientos mientras nuestras bocas coqueteaban entre caricias lentas. su mano bajo a mi entrepierna, cuando llego a mi verga, suspiro súbitamente, la apretó bien fuerte y yo con ese mismo impulso, concluí el beso que tanto esperábamos… una danza acuosa de carnes rojas, en la intimidad al descubierto que un parque perdido que la ciudad nos entregaba… su mano pequeña apretaba mi verga mas fuerte, sentía la punta de sus dedos casi queriendo arrancarme el pantalón, mientras mi verga bombeaba la sangre caliente de todo mi cuerpo solo a ese lugar en mi cuerpo… solo para ese momento.


 

– ya no aguanto – le susurre al oído


– yo tampoco, vamos a otro lugar? – me respondió de la misma manera


– si… pero antes…


la volví a besar, esta vez, una de mis manos se fue directamente a sus pechos… grandes, suaves… los aprete como buscando el pezón, mientras la besaba y sus suspiros de calentura se escapaban entre besos y beso. pude apretar lo suficiente para alcanzar su pezon, pezon gordito y duro que masajeaba bruscamente, lo que la excito mas aun.


 

– vamos, de verdad, vamos? paremos un poco hasta llegar a un motel o donde sea.


– ok – dije alejándome de ella y sonriendo

 


como ambos realmente ya estábamos ardiendo, me puse de pie, me arregle un poco y ella aun sentada hizo lo mismo.


 

– conozco un lugar bonito, aunque no se si aun sigue ahí, podemos probar, ¿te parece? – le dije mientras veía su carita redonda y ya ruborizada de tanto manoseo.


– si, esta bien.


 

le ofrecí la mano para que se pusiera de pie. fuimos caminando hacia una esquina para esperar un taxi y entretanto, para calmar las cosas un poco (es incómodo caminar con un pantalón de tela y este nivel de excitación) cambie el tema y ella me siguió la corriente, ya ni siquiera recuerdo qué estupidez empezamos a conversar, pero era mejor esperar un poco… cocinar esta noche a fuego lento…


 

Hice parar un taxi, le abrí la puerta para que subiera. si bien recordaba el lugar, no recordaba bien cómo llegar, así que le di algunas indicaciones al chofer, para ver si se ubicaba y para mi suerte sabía la calle a la que me refería. mientras íbamos viajando, ella se quedó callada puso su cabeza en mi hombro… esa señal, ese pequeño gesto, en silencio, me hizo saber que todo iba bien. le tomé su mano y seguimos sin decir nada, hasta llegar a nuestro destino. pague el taxi, bajamos del vehículo y entramos al motel. Estaba más bonito que la última vez que estuve, hace un par de años atrás, eso me gusto. me acerque al mesón, para ver los precios y ella esperó un par de pasos atrás mío. los precios no eran tan caros, aunque tampoco barato a decir verdad. pagué la habitación, el tipo del mesón fue hacia una puerta, que al parecer era de servicio y luego, de la misma puerta, apareció una señora que nos llevó a la habitación. bonita, olía bien, se veía bien, la tipa nos dejó en la habitación y se fue. Al cerrarse la puerta, la mire… me detuve a disfrutar su imagen, como un animal al acecho… chiquita, tetas gorditas, muslos gruesos, blanquita… y de solo verla se me volvió a poner duro. ella me miró con nerviosismo, con un poco de temor, mientras me acercaba lentamente, saboreando esa adrenalina… creerá que la voy a golpear? que le voy a hacer daño? que todo esto puede ser una mentira y yo no soy el tipo amable que hablo con ella estos meses?… ese miedo súbito, de presa, me hacía hervir la sangre nuevamente. mientras mis pasos me ponian mas cerca y ella me miraba hacía arriba, como haciendose más pequeña, temerosa de lo que yo le pudiera hacer, me acerque mas y mas, abrí más mis ojos, todo lo que pude, disfrutando ese pequeño momento de poder. por instinto, ella dio un paso atrás, sin decir nada, temerosa, su cara tenía una expresión de «que mierda te pasa?», y la corta caminata se hacía eterna.


 

Trató de dar nuevamente un paso atrás, pero no pudo, la pared se lo impedía y eso era precisamente lo que yo quería. levanté mi mano y se la puse en su pecho y suavemente comencé a subirla mientras acercaba mi cara a la suya, a la misma posición que antes, mejilla con mejilla y mis mano le tomo su cuello, apreté un poco, lo suficiente para hacer presión y no hacerle daño…


 

– aquí, eres mía y no tienes donde ir


 

su respiración estaba muy agitada y ya estaba empezando a sudar frío. con la otra mano, comencé a recorrer su cuerpo, sus muslos, sus tetas, con la misma fuerza que le sostenía el cuello… bruto, casi animal… firme pero suave a la vez. nuevamente le apreté su pezón, pero esta vez se lo tiré un poco, quería que le doliera un poco. su cuerpo se subyugó a mis caricias y se apoyó completamente en la pared, mientras yo respiraba con un sonido fuerte y bajo en su oreja, dejando salir algunos siseos mientras le apretaba el pezón. la mano que estaba en su cuello, comenzó a subir por su rostro, hasta la altura de sus ojos, los cuales tape con mi mano.


 

– no vengo por ti… vengo por esa niñita que esta dentro de ti… esa niñita que disfrutaba callada los manoseos de su papá, esa niñita que lloro la primera vez que sintió como la verga de su papa le partia la concha y le pedia por favor que se detuviera, pero que lo siguió amando despues de haberla hecho sufrir tanto.


 

empezó a gemir mientras le decía esto y mi otra mano le abría la blusa y corria toscamente el sostén para dejar sus tetas hermosas expuestas.


 

– la niñita que se quedó callada y que aprendió a jugar con la verga de su papa mientras mamá no estaba, que aprendió a bañar su boca con la leche caliente de su violador en secreto… la que con el tiempo aprendió a coquetear y controlar a ese viejo sucio, con su inocencia caliente…



mi mano bajó a su entrepierna y por encima del pantalón comencé a apretarle la concha lo más fuerte que pude, para tratar de unir y frotar los labios de su vagina, que se sentían calientes mientras la frotaba.


 

– vine a culearte de nuevo, hija mía… a usarte tal como te use por tanto tiempo…


 

la libertad del motel dio pie para que gimiera mas fuerte. Mientras le bajaba la ropa, meti la mano entremedio de sus piernas y pude sentir como sus jugos me llenaban la mano de su olor y humedad. busque su clítoris con mi pulgar y mi indice, no fuerte esta vez, soy bruto pero no estupido. al sentir ese botoncito de carne, trate de apretarlo suave, una y otra vez, la humedad de su concha lo hacia facil. al hacer este movimiento, su culito por instinto empezo un vaivén, hacia adelante y hacia atras, trate de imitar su ritmo para apretar cuando ella empujaba su concha hacia adelante. mis caricias en su clitoris empezaron a ser un poco mas fuertes, para ir subiendo la intensidad y volvi a a susurrarle a su oido.


 

– nunca me fui de ti… y te voy a volver culear y hacerte llorar, te voy a volver a manosear cuando yo quiera, te voy a forzar a que te tragues mi verga y mi leche… se que te pajeabas pensando en mi, pensando en tu papa. sabiendo que yo te queria mas que a mama, que eras mi hija y mi mujer y que eras mas bonita que ella, que yo te miraba mas a ti…


 

ambos pezones ya estaban hinchados, sus tetas estaban coloradas de calentura, mis manoseos toscos y los pellizcos en sus pezones la hacian suspirar como si el alma se le estuviera escapando del cuerpo… una muerte lenta, dulce, ardiente… mis dedos se metieron en su vagina, acuosa y suave, los cerre un poco, para poder acariciar la parte superior de su concha y comenze a frotar, presionando fuerte y moviendo rapido… en ese momento comenzo a gemir como perra en celo, sin importar si la escuchaban en las demas habitaciones del motel


 

– tocale la verga a tu papa, tocasela mierda! toca! – subi el volumen de mi voz, saque la mano y le pellizque un pezon, esta vez con malicia y al mismo tiempo aprete mi mano que aun seguia tapandole los ojos


– papi me duele, asi no – dijo entre gemidos


– toca te dije


 

su manito busco mi pene, mi posicion no dejaba que se moviera mucho y aun seguia pellizcando su pezon. al llegar, bajo el cierre y empezo a acariciar mi verga por encima del boxer, que ya estaba mojado de un poco de leche que se me habia escapado entre tanta calentura.


 

– asi putita, asi te amo hija mia…


 

baje mi cabeza a la altura de sus tetas y empeze a chuparle su pezon hinchadito, el mismo que hace un par de segundos estaba pellizcando y tirando, como tratandolo de arrancar, dejo escapar un suspiro de alivio al sentir mis labios succionando, como si estuviera mamando para sacar leche y jugueteaba con la punta de mi lengua cuando su pezon entraba por completo en mi boca. ya no aguantaba mas y empeze a sacarle la ropa, rapido, sin ningun cuidado y ella comenzo a hacer lo mismo con mi ropa. la dejamos tirada en el suelo. cuando ya estuvimos los dos desnudos, tratando de frotar toda nuestra piel, le tome un mechon de su pelo, por la parte de atras de su cuello.


 

– chupa… arrodillate y chupa, como lo hacias en la cocina


– si papi – dijo sumisa

 


ella se arrodillo, aunque yo aun sostenia su pelo, y comenzo a chupar sin ningun cuidado. me apretaba la verga con sus labios, para masturbarme, su lengua se movia y trataba de acariciar el agujerito de mi verga, trataba de entrar… y sostuve su cabeza con ambas manos, para comenzar a empujar, comenzar a culearme su boca, cada vez mas fuerte, mas adentro, escuchaba como entre embistes, le costaba respirar y eso me excitaba aun mas, la saliva y las gotas de mi leche salian de a poco de su boquita bella.


 

cuando deje de sostener su cabeza, ella se volvio a poner de pie, se limpio los labios, me miro con ojos vidriosos y me abrazo, al hacerlo susurro.

 


– estoy soñando.. estoy soñando


sin decir nada, nos tiramos en la cama, ella se acosto primero, boca arriba y abrio sus piernas todo lo que pudo. yo me puse por encima. jugue un poco con mi verga entre los labios de su concha mojada, hasta que pude masajear su clitoris con la punta roja y dura mi miembro, mientras nos besabamos sin control, me acomode un poco y comenze a entrar… esos labios suaves y ya empapados de jugos me recibieron con amor, con miedo, con devocion y al meter toda mi verga, sentia como su concha hermosa se movia por dentro, me apretaba al mismo tiempo que sus piernas me capturaban por completo y su culo y el mio, se movian al ritmo de corazones confundidos entre un pasado que no puedes dejar ir, entre la culpa de la inocencia perdida, el placer de las tocaciones a escondidas y las masturbaciones infantes sin control, cada vez que no sentias a tu victimario usandote…


 

– quedate aqui papito, quedate aqui, te amo, voy a obedecerte siempre. quedate aqui papito y casate conmigo, vamonos los dos juntitos papito, por favor, no me dejes sola – decia casi sufriendo, dejando escapar sus deseos mas escondidos, esas cosas que no se atrevia a decirle a nadie, pero que las repetia una y otra vez en su cabeza, por años, en la intimidad de sus sabanas.


 

– voy a estar siempre contigo mi bebe, siempre – y al decir esto, apoye mis brazos para poder embestirla mas duro y mas profundo… una energia tan potente, tan primal nos hacia tiritar a ambos, mientras tratabamos de nuestros cuerpos fueran uno.


 

seguimos en esa posicion, no se si fueron segundos, minutos u horas. solo se que ver sus ojitos derritiendose, su boca abierta gimiendo como loca y mi verga entrando y saliendo, escupiendo leche a cada embiste… me hizo sentir que estaba soñando… mas fuerte, mas rapido, los gemidos animales llenaban la habitacion, mi voz de bestia bruta y su vocecita chillona de victima indefensa, componian una cancion caotica que solo nosotros podiamos entender y disfrutar.


 

nos apretamos, ella me golpeaba la espalda mientras sus piernas me apretaban las costillas y mis caderas daban un ultimo y tembloroso embiste, mientras mi semen ardiente salia a espasmos y llenaba su carne de ese cariño pegajoso y caliente que se escurria por los labios de su concha y un ultimo temblor nos unia a ambos, en un cielo que se alimentaba del infierno del pasado que nos daba placer… seguiamos abrazados sin decir nada y en ese silencio complice, comenzo a latir un unico corazon, un corazon negro lleno de placer, culpa, calentura y perversion, que estaba surcido a nuestras almas, por hilos de masturbaciones solitarias y fantasias perversas, casi criminales, que solo esperaban ser escuchadas y queridas por alguna persona que sintiera lo mismo, que las aceptara sin juzgar… esa noche, ese corazon negro nacio de nuestros gemidos y supo que no pararia de latir, porque los pequeños angeles que la vida convirtio en demonios inocentes, llenos de lujuria, al fin se encontraron y ya no se podran decir «adios»…